sábado, junio 10, 2006

Unidad de la izquierda: Mito o esperanza

Por: Guido Proaño A. / Opción


Diversos sectores se preguntan qué hace difícil la confluencia de los partidos y movimientos de izquierda en una gran alianza electoral para las elecciones de octubre venidero, si evidentemente existen excelentes condiciones y factores favorables para el accionar y desarrollo de este sector político y más aún si juntan sus esfuerzos. No solo las incomprensiones actúan en contra, hay asuntos más graves, que tienen que ver con las concepciones políticas y valoraciones estratégicas que torpedean la posibilidad de que la izquierda concrete un acuerdo electoral.

La última ocasión en que la izquierda se presentó unida, de cara a un proceso electoral, fue en el año 1988, cuando se constituyó el Frente de Izquierda Unida FIU con el Movimiento Popular Democrático, el Frente Amplio de Izquierda, el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, el Partido Comunista del Ecuador, una facción del MIR, el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores y el Movimiento Socialista de los Trabajadores. El FIU presentó el binomio presidencial de Jaime Hurtado y Efraín Álvarez, y, el MPD, en una demostración de su compromiso unitario, cedió el primer puesto en la lista de diputados nacionales para que lo encabece René Maugé, en ese entonces secretario general del PC, que más tarde terminó en las filas de la Izquierda Democrática. A pesar de los esfuerzos por incorporar a todo el espectro de la izquierda, el Partido Socialista, tras jugar algunos meses a la unidad de la tendencia, optó por irse con el General Frank Vargas a la presidencia y con Enrique Ayala a la vicepresidencia. Por esos días y con ese propósito, se fraccionó de las filas del FADI el movimiento Liberación Nacional, encabezado por Alfredo Castillo, ex ministro de gobierno del actual régimen y binomio de Álvaro Noboa en las elecciones de 1998. Frank Vargas fue luego ministro de gobierno de Abdalá Bucaram y Castillo su asesor.

La alianza electoral que llevó a Lucio Gutiérrez a la presidencia en el año 2002 en realidad no fue una unidad de izquierda. Sociedad Patriótica y Gutiérrez no solo evadían tal calificativo sino que se resistían al mismo; Pachakutik, de la misma manera, oficialmente ha preferido no asumir la condición de un movimiento de izquierda, aunque en su interior sí hay quienes ubican a su movimiento en esa línea. El MPD no fue parte de la alianza, pero apoyó el proyecto desde afuera, por considerarlo de un contenido popular y progresista. El comportamiento del PSE en ese año se asemejó al adoptado en 1988. Habló de fusionarse con Sociedad Patriótica, condicionó que el MPD no forme parte de la alianza para… finalmente apoyar a León Roldós. Esa experiencia dejó en claro que sí es posible propinar una derrota electoral a la derecha si se unen las principales fuerzas del movimiento popular ecuatoriano.

Hoy estamos frente a un nuevo esfuerzo unitario. A inicios de este año, la dirección nacional del Movimiento Popular Democrático formuló un llamado a los partidos y movimientos de izquierda con o sin registro electoral, para constituir una alianza electoral que enfrente al continuismo de derecha. Dos condiciones planteó desde un inicio el MPD: estructurar un programa de gobierno que proponga radicales transformaciones en la sociedad ecuatoriana; y, que los candidatos salgan de las filas de la misma izquierda. Dos requisitos necesarios para garantizar y afirmar el perfil de izquierda de la propuesta.

Han pasado cinco meses desde que ese llamado se hizo público y aún no ha sido posible su cristalización. El MPD, en tres ocasiones ha insistido de manera oficial y a través de los medios de prensa en su propuesta inicial. Por supuesto, nadie al interior de la tendencia ha dicho estar en contra de la unidad. Las conversaciones han sido diversas y las evasivas también. Organizaciones como el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, la organización La Comuna, la Juventud Revolucionaria del Ecuador, el Movimiento Nuevo País han expresado su voluntad para caminar juntos, pero en el Partido Socialista y en Pachakutik la dilatoria ha sido la norma.

En estos días el PSE ha dicho no más rodeos y, fiel a su tradicional conducta, encontró que la izquierda no está en la izquierda sino en la derecha, con Correa, y optó por aliarse a él. No sorprende esta resolución, porque durante todos estos meses fue de dominio público que en su interior se producía una pugna entre quienes calculaban que mejor negocio era ir con Roldós y quines pensaban que mejor era estar con Correa. Por cierto, el debate respecto de construir una alianza de izquierda estuvo arrinconado, por decir lo menos. La resolución del PSE es, por donde se la mire, pragmática y expresa el abandono de la perspectiva revolucionaria, pues, privilegia la eventualidad de beneficiarse de un porcentaje electoral que le permita mantener su inscripción en el Tribunal Supremo Electoral. Con esa lógica se alió en las elecciones seccionales del 2004 con el oligarca Rodrigo Paz en Quito, y buscaba hacerlo ahora con León Roldós, pero se encontró con la oposición de la Izquierda Democrática que condicionaba su apoyo desde fuera de la alianza.

Lo ocurrido en Pachakutik tiene una particularidad. De lo que se ha podido evidenciar, en su interior se ha producido una intensa confrontación entre tres tendencias: El diputado Jorge Guamán y Lourdes Tibán propugnaban poner el vicepresidente(a) a Rafael Correa; el alcalde de Cotacachi, Auki Tituaña, era partidario de participar con candidatos indígenas propios; y, un sector que finalmente pudo imponerse, partidario de trabajar por una alianza con los movimientos sociales, organizaciones y partidos de izquierda, con Luis Macas como candidato a la presidencia.

La resolución última de Pachakutik (del 24 de mayo pasado), sin duda, es muy importante y trascendente al establecer –como decimos líneas arriba- la necesidad de trabajar por una alianza con los movimientos sociales, las organizaciones y partidos de izquierda y negar la posibilidad de acuerdo alguno con Rafael Correa. Esa resolución alimentó entre los militantes orgánicos e inorgánicos de la izquierda la expectativa y la esperanza de concretar la alianza de la tendencia. Sin embargo es notorio que los problemas internos de Pachakutik siguen pesando y, al parecer, el espíritu de dicha resolución buscaría ser burlado.

Para nadie es desconocido que en el movimiento popular ecuatoriano existen dos grandes referentes: el Frente Popular y la CONAIE. Es de entenderse que si la resolución de Pachakutik es privilegiar un acuerdo con los movimientos sociales, el Frente Popular debería ser considerado como prioridad, pues, aporta un importante contingente político, orgánico y electoral. No obstante, de acuerdo a declaraciones de los dirigentes del FP, ningún contacto se ha producido; cosa igual han manifestado los dirigentes del MPD, que ejerce una notable influencia en las organizaciones integrantes de este frente. ¿Qué ocurre en Pachakutik? ¿Hacia dónde están mirando?

La coyuntura política nacional e internacional actúa como un imperativo para la unidad de las fuerzas de izquierda. Ésta tiene la obligación de dar una respuesta positiva a ese anhelo existente entre los trabajadores y los pueblos, poniendo en la mira la perspectiva revolucionaria. Una alianza de izquierda, sin duda alguna, jalona a un electorado mayor al 17% que este momento tendría uniendo los porcentajes electorales de Pachakutik, del MPD y del PSE; pero más que eso, abriría en la conciencia y en la mente de nuestro pueblo la confianza de avanzar en nuevos combates y alcanzar nuevas victorias como la expulsión de la Oxy. Una alianza de la izquierda alimenta en el pueblo el deseo de enfrentar a la oligarquía y el anhelo de ser poder.