Esta corta campaña ha sido escenario para la confrontación ideológica y política entre las fuerzas progresistas y de izquierda con las de derecha y el oportunismo. Estas últimas, interesadas en revertir el proceso político en curso, inútilmente han pretendido convencer al pueblo la necesidad de retornar al pasado neoliberal y sufragar por personajes que, directa y personalmente, son corresponsables del desastre de los años precedentes. Entre ellos están Lucio Gutiérrez, Álvaro Noboa, Carlos González, Diego Ordóñez, Nicolás Lapenti y muchos otros políticos burgueses.
La derecha, apoyada en sus grandes medios de comunicación, ha orquestado un discurso unificado que responsabiliza al gobierno por la crisis económica, por el incremento de la “inseguridad ciudadana”, por la supuesta vinculación gubernamental con lo que califican como la narcopolítica y por el también supuesto interés en salir de la dolarización. La distorsión, la exageración y la mentira han sido armas a las que tradicionalmente ha recurrido la burguesía para engañar al pueblo y en esta ocasión no se ha producido excepción alguna.
El seguro triunfo que obtendrá la tendencia democrática y de izquierda no significa que nuestro pueblo entrega un cheque en blanco, particularmente a Rafael Correa y a PAIS. Las críticas al gobierno salidas desde las filas de los sectores populares son diversas y duras en muchos casos; Rafael Correa debe reconocer que ha dado algunos pasos pero no todos los posibles de hacerlo en estos dos años y más; pero sobre todo debe entender que en varios aspectos también ha cometido errores que deben ser rectificados. Nuestro pueblo entrega a Correa una segunda oportunidad, con la esperanza de que se avance más, que se atiendan de mejor manera las necesidades materiales de los trabajadores y los pueblos y se afecte con mayor fuerza los privilegios de las clases dominantes.
El pueblo va a las urnas con la experiencia de lo acontecido en la Asamblea Constituyente, en la que las debilidades de algunos asambleístas de PAIS pusieron en riesgo la aprobación de importantes conquistas. De no ser por la presencia del bloque de izquierda revolucionaria (el bloque del MPD), aspectos como la gratuidad de la educación en todos los niveles, la permanencia del Seguro Social Campesino en el IESS o la eliminación de la intermediación y tercerización laboral no hubieran sido aprobados. Por ello, para garantizar que los preceptos constitucionales democráticos se transformen en leyes específicas, para garantizar que el cambio se mantenga y avance a nuevos niveles es necesario que los representantes de la izquierda revolucionaria agrupados en las listas 15 del MPD ocupen las representaciones en la Asamblea Nacional, en los concejos municipales, en las alcaldías y prefecturas.
Votar por las listas 15 del MPD es una acción revolucionaria, es comprometerse con la patria nueva y el socialismo.