Editorial del semanario En Marcha
Edición 1404, 28 de mayo 2008
Una altisonante amenaza y un sigiloso recogimiento de lo dicho efectuaron los dirigentes de la CONAIE en estos días. En forma sorpresiva, anunciaron un levantamiento indígena si el gobierno y la Asamblea Constituyente no aceptaban el principio del consentimiento previo de las comunidades indígenas como condición para la explotación de los recursos naturales; el gobierno dijo no y la amenaza se produjo. El levantamiento no prosperó y una vez más la CONAIE deja al descubierto los problemas internos que le aquejan y los límites de su proyecto político.
El anuncio -que incluía la salida de los asambleístas de Pachakutik del bloque gobiernista- tuvo un desagradable tufo a chantaje. Frente a gobiernos anteriores ese tipo de llamados les brindó resultados en dos sentidos: las bases respondían con los preparativos para una acción de esa naturaleza; y, los gobiernos se apresuraban en atender los pedidos. Así lograron representaciones permanentes en instituciones estatales como ECORAE, Codempe y otras. Pero ahora, eso no funcionó.
Los dirigentes de la CONAIE se resisten a reconocer que la influencia de su organización está mellada entre los pueblos indígenas y en el movimiento popular en general, como resultado de una política zigzagueante -por decir lo menos- aplicada frente a los tres últimos gobiernos. Además, y lo que resulta muy grave, no se sintonizan plenamente con el estado de ánimo de las masas, con esa tendencia mayoritaria de los trabajadores y pueblos del Ecuador que entiende que los enemigos son la derecha y el imperialismo y no el gobierno que hace esfuerzos por cumplir con el anhelo de cambio del pueblo.
Mientras el llamado al levantamiento produjo sorpresa y desaprobación entre los sectores populares, la derecha miró como una gran oportunidad para ampliar la base de oposición al gobierno y abrieron micrófonos y canales de TV para que los dirigentes indígenas hablen del levantamiento: inconscientemente, la dirección de la CONAIE hizo el juego al proyecto de la derecha.
No desconocemos el derecho de ningún sector popular, en este caso del movimiento indígena, a levantar y a exigir el reconocimiento a sus aspiraciones, pero no puede perderse de vista la particularidad del actual escenario político del país. Plantearse una acción que por su naturaleza y magnitud no diferencia el tipo gobierno que vivimos y las formas de lucha que deben adoptarse frente a momentos distintos, son errores que no pueden cometer quienes ejercen dirección en el movimiento popular, a riesgo de alejarse de las masas e inclusive de ser utilizados por los enemigos del pueblo. Esa lección debe aprender ahora la dirigencia de la CONAIE.