1. En reiteradas oportunidades hemos insistido en que la elaboración de un nuevo texto constitucional es un hecho político, mucho más si se trata de una constitución que pretende crear el marco indispensable para iniciar una transformació n, para desmontar el sistema neoliberal que impregna a la constitución de 1998. En consecuencia, si los procesos parlamentarios guardaron correspondencia o no respecto a las consabida normatividad vigente, no es importante, ni relevante puesto que, como es normal, el cuerpo jurídico vigente se estructuró para mantener el statu quo y no para posibilitar su ágil reforma. En consecuencia todos los argumentos que reclaman el irrespeto a las leyes y procedimientos vigentes, no tienen otro objetivo que deslegitimar al nuevo texto para, con ello, mantener el statu quo. Siendo ello así, sólo cabe votar por el SI.
2. En el marco de la confrontación política concreta, en el actual momento histórico del Ecuador, es evidente que la contradicción principal no es entre Acuerdo País y los movimientos y partidos de izquierda. Es entre las posiciones de los sectores de la derecha, tanto de la tradicional representada por los social cristianos y los demócratas cristianos, como por la renovada derecha “infiltrada” en el seno de Acuerdo País, con la izquierda de los movimientos y partidos tradicionales como con las fuerzas progresistas que forman parte de Acuerdo País. En esa circunstancia, no es dable principalizar contradicciones secundarias, puesto que ello, implícitamente, significa fortalecer a las fuerzas de la ultraderecha. Significa permitir el robustecimiento de las posiciones retrógradas como las contenidas en el Manifiesto de la Conferencia Episcopal, suscrito por Antonio Arregui Yarza. Significa alinearse con los “infiltrados” de Interagua, con los miembros del Partido Social Cristiano que actúan desde el propio Palacio de Carondelet Por ello y ante ello, por el repudio que se nos merecen las tesis de la derecha, por la obligación de negar la posibilidad de que prevalezcan sus postulados, por el apoyo implícito que prestaríamos a la derecha “infiltrada” en Acuerdo País, por acabar con el modelo neoliberal defendido por la derecha, por todo ello, sólo cabe votar por el ¡SI!.
3. En toda confrontación política, como es la definición de contenidos constitucionales, existe una realidad concreta, objetiva, insoslayable: la correlación de fuerzas. Correlación que, en determinadas condiciones, posibilita incluso la posición hegemónica de determinado grupo o sector ideológico y político. La Asamblea Constituyente no es una excepción: existe un predominio de las fuerzas del cambio frente a la derecha, el predominio numérico de Acuerdo País y una minoría de derecha que actúa en el seno de Acuerdo País. En esas circunstancias, el reclamo ante la pérdida de tesis que son caras a la izquierda y al movimiento indígena, debe explicarse en el marco de esa correlación de fuerzas, reconociendo una realidad evidente: en Acuerdo País, en ciertos temas, predominan las posiciones ideológicas y políticas de derecha defendidas por los “infiltrados”, por los Mera, los Panchana, los Queirolo. Siendo ello así, nuestra posición no puede condicionarse, someterse, sumarse a esa minoría bajo el argumento de que no fueron aceptadas nuestras propuestas. Lo que procede es reconocer esa adversa correlación de fuerzas, y preguntarnos cuanto fuimos capaces de lograr en ese entorno adverso. Un análisis sereno nos indica que hemos avanzado a pesar de nuestra debilidad. Que hemos logrado se incluyan conceptos que nunca antes habían sido considerados. Por ello, por esta victoria parcial, pero victoria al fin, sólo cabe votar por el ¡SI!
4. En términos de contenidos concretos, votaremos por el Si, por que ello significa la posibilidad de reemplazar el modelo de desarrollo neoliberal por los equilibrios que demanda el Sumak Kawsay; por el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado ecuatoriano; por que implica la posibilidad de institucionalizar los derechos de la naturaleza; por los avances incluidos en derechos colectivos; por la declaración de que nuestro territorio es un territorio de paz, por lo que no pueden ubicarse en él bases extranjeras; por el establecimiento de mecanismos que permitan acabar con el divorcio entre lo dogmático y lo orgánico; por los logros alcanzados por la universalizació n de la seguridad social; por declarar a las actividades de las entidades financieras como servicios de orden público; por la posibilidad de construir un nuevo tipo de Estado en el cual a la sociedad política se sume la sociedad civil; por el desarrollo de una democracia participativa, directa y permanente que reemplace paulatinamente a la democracia representativa; por el fortalecimiento del Estado y la Planificación; por la creación del Sistema Nacional de Salud; por la adopción de la muerte cruzada entre la Asamblea y el Presidente de la República; por todo ello, insistiendo, sólo cabe votar por el ¡SI!.