Editorial del semanario En Marcha
El premio Nobel de la Paz, Barack Obama, haciendo uso de su investidura y en aplicación de lo que denomina como su “nueva estrategia” ha mandado sus tropas a sembrar de sangre los territorios de Afganistán y Pakistán; nada nuevo en la política militarista yanqui. Casi simultáneamente se produjeron bombardeos en los dos países. En la operación “Juntos” las fuerzas de la OTAN mataron “por error” a 12 civiles en un ataque lanzado contra los rebeldes talibanes; en Pakistán, los Estados Unidos atacaron con aviones no tripulados una región del norte de ese país, provocando la muerte de cinco personas. En el primer caso Estados Unidos actúa con 15 mil soldados, junto a 2500 afganos.
El comandante de las tropas extranjeras en Afganistán, el general estadounidense Stanley McChrystol ha pedido disculpas por el error. En su argot aquello denominan “daños colaterales”, que por cierto son frecuentes. La población civil en Irak, Afganistán, Palestina, Grenada, Panamá, etc. ha sido víctima de esos “errores”, generalmente cometidos por las “bombas inteligentes”.
Pero las disculpas de McChrystol se opacan cuando muestra su satisfacción por la ofensiva. Ciertamente el cinismo de este militar no llega al nivel mostrado por quien fuera Secretario de Defensa en el gobierno de George Bush, que en alguna ocasión habló de “bombardeos humanitarios”.
El guerrerismo e intervencionismo imperialista caracteriza la política internacional del gobierno de Barack Obama, similar a la aplicada por Bush o Reagan. ¿Por acciones como éstas la Academia de Estocolmo galardonó a Obama?
No solo en política internacional sigue los cánones marcados por sus antecesores. Las medidas adoptadas para enfrentar la crisis económica se movieron por los mismos andariveles, beneficiando a los sectores de la oligarquía financiera. Por su política interna e internacional ahora, Obama, es el presidente de los EEUU que más rápidamente ha perdido popularidad en su país. Su imagen “dulcificada” construida por los grandes medios, para contrastar con la desgastada y repudiada de George Bush, no engaña a los pueblos. Obama es el jefe de una potencia imperialista que pugna por asegurar su hegemonía mundial a cualquier costo y con cualquier tipo de medidas. Eso no deben perder de vista los pueblos.