sábado, marzo 12, 2011

“Hemos vencido al dictador, todavía no a la dictadura”

Entrevista con Hamma Hammami, portavoz del Partido Comunista de los Obreros de Túnez (PCOT)

Por: Baudoin Deckers, del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), y publicada en [http://solidarite-internationale-pc...].
Traducción: Aida M. Pereda




Las revoluciones y grandes manifestaciones en el mundo árabe han insuflado un aire optimista en el mundo entero. ¿Qué significa, para vosotros, este movimiento que ha arrancado en vuestro país?

Es una gran revolución a nivel de los países árabes de la que otros pueblos pueden tomar algunas lecciones.

En principio, el pueblo tunecino ha hecho esta revolución apoyándose en sus propias fuerzas. En muchos de los países árabes, la gente pensaba que no podíamos llevar a cabo una revolución contra una dictadura como la de Ben Alí sin el apoyo de Francia, Estados Unidos u otras fuerzas extranjeras. Nuestro pueblo ha demostrado que apoyándose en sus propias fuerzas se puede destituir a un dictador como Ben Alí, rodeado de un aparato de seguridad gigantesco.

Además, el pueblo tunecino ha hecho esta revolución en una unidad casi total. Durante más de un mes no se ha escuchado ni una sola palabra de carácter religioso, que habría podido dividir al pueblo tunecino. El pueblo tunecino se ha unido en torno a sus aspiraciones democráticas, económicas y sociales.

Para vosotros esta revolución no ha terminado. ¿Por qué?

La revolución está todavía en curso. Aún no ha alcanzado verdaderamente sus objetivos democráticos y sociales. Ha vencido a un dictador, pero todavía no ha vencido a la dictadura. Además, la policía política, principal pilar de la dictadura, está presente todavía y de manera muy activa. El parlamento sigue ahí. Es un parlamento fantoche porque era necesaria la aprobación de Ben Alí para poderse reunir en él. El presidente interino es un miembro del partido de Ben Alí, muy próximo a él. El gobierno está dirigido aún por el primer ministro de Ben Alí, Mohammed Ghannouchi, y sus ministros vienen del mismo entorno. Los altos responsables, corrompidos, ostentan aún sus cargos. La Constitución, que ha hecho posible la dictadura, todavía permanece igual. La dictadura ha aprobado innumerables leyes antidemocráticas y antisociales para protegerse y están todas en vigor todavía. En manos del gobierno actual, todas estas leyes e instituciones pueden ser utilizadas contra el pueblo de nuevo. El régimen de Ben Alí está todavía ahí por tanto.

Es por eso que el movimiento popular continua, a pesar de las promesas del gobierno actual. El pueblo exige la disolución del actual gobierno. Rechaza los gobiernos “retocados” como el que hay ahora. El antiguo partido en el poder, el RCD (Reagrupación Constitucional Democrática), debe ser disuelto verdaderamente. No, no podemos decir que la revolución haya terminado. Todavía no se han destituido las fuerzas reaccionarias. Están debilitadas, pero todavía ahí. Debemos continuar esta revolución con gran determinación, pero también con bastante sentido táctico para proteger la unidad del pueblo tunecino y no caer en divisiones que podrían tener repercusiones muy negativas en el devenir de esta revolución que los pueblos del mundo árabe observan con mucha esperanza.

Algunos presentan la revolución de Túnez como un acontecimiento espontáneo…

Es falso. Lo dicen para desacreditarla y negarla, en consonancia con el rol de las fuerzas revolucionarias y progresistas en la oposición durante estos últimos años. Es una manera también de decir que hay que buscar una salida a esta revolución a través del antiguo partido en el poder, que los politicos tradicionales están obligados a retomar la dirección de un movimiento que no la tiene. Este movimiento no ha sido espontáneo más que en la medida en que no ha sido organizado a nivel nacional. No ha habido una dirección única, un programa común. Pero eso no quiere decir ausencia de consciencia ni ausencia de organización.

La consciencia existe, porque los actores de este movimiento son ante todo militantes de inzquierda, progresistas, sindicalistas y militantes de los derechos humanos. Son jóvenes diplomados en paro que pertenecen al movimiento estudiante. Nuestro partido es ése, nuestras fuerzas están presentes. Los islamistas, por el contrario, realmente no han participado. Es por eso que en esta revolución no hay ninguna palabra de carácter religioso. Sin embargo, políticamente, los islamistas han apoyado el movimiento.

A nivel de organización, los militantes se han organizado en comités muy rápidamente. Desde el primer día de esta revolución ha habido un vacío de poder real en algunos pueblos. Entonces nosotros, junto con los demócratas, hemos llamado a la gente a organizarse. Lo han hecho dentro de asambleas, que se llaman “asambleas populares” o “asambleas de salvaguardia de la revolución”, o también en comités o en ligas, depende. Aquí en Túnez la gente se ha organizado en comités populares o comités de barrio. Han elegido a sus dirigentes de entre los militantes más activos en esta revolución. La estructuración es todavía débil y embrionaria. No hay todavía una verdadera centralización a nivel nacional. Pero, poco a poco, estos comités se han transformado en comités que discuten la situación actual, el futuro y lo que la población puede hacer.

El Frente del 14 de enero se ha constituido hace algunas semanas. ¿Quién se encuentra ahí? ¿Cuál es su programa o qué reivindica?

A nivel político la izquierda ha conseguido reunirse en un frente que se llama el “Frente del 14 de enero” en referencia al día de la huida de Ben Alí. La izquierda tiene un peso innegable en nuestro país, ya sea a nivel político o sindical, a nivel de la juventud o del movimiento de las mujeres, a nivel de derechos humanos o del movimiento cultural. Este frente se ha reunido alrededor de mensajes y reivindicaciones populares. Allí encontramos la reivindicación de disolución del gobierno y la disolución del partido en el poder. El Frente reivindica también la formación de un gobierno provisional, constituido por elementos que no tengan nada que ver con el régimen de Ben Alí, su partido o la dictadura. Este gobierno provisional tendría como tarea esencial la preparación de las elecciones para una Asamblea Constituyente. Es ésta quien deberá redactar la Constitución, las instituciones y las leyes fundamentales de la República Popular Democrática a la que aspira el pueblo tunecino.

Nosotros también estamos unidos en torno a una plataforma económica y social, porque consideramos que la dictadura estaba ligada a una base económica y social, una burguesía que saquea Túnez en colaboración con las sociedades y empresas francesas, italianas, españolas, portuguesas y belgas. Nosotros queremos no solamente una democracia política, sino también una democracia social, porque consideramos que la revolución actual es una revolución democrática y nacional, una revolución popular que debe preparar los cambios fundamentales para toda la sociedad tunecina en el futuro.

El Frente del 14 de enero tuvo su primera gran reunión pública el sábado 12 de febrero en el Palacio de Congresos de Túnez. Fue un gran éxito, que superó de lejos nuestras previsiones. La movilización duró tres o cuatro días y se reunieron más de 8.000 personas.

El 11 de febrero se formó un comité mucho más grande.

Sí, una reunión en la sede del Consejo Nacional de Abogados reunió a los representantes de 28 organizaciones, a casi toda la oposición de Ben Alí, salvo dos partidos que entraron en el gobierno de Ghannouchi. Aparte de las diez organizaciones del Frente del 14 de enero, se trata de la Central Sindical Única UGTT, del Partido Islamista Ennadha, de las Asociaciones de Abogados, de Escritores, de Periodistas, de la Unión de los Estudiantes Tunecinos y de otras más. Todas están de acuerdo en las proposiciones concernientes a la fundación de un “Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Revolución”. La plataforma no va tan lejos como el Frente del 14 de enero, ya que no pide la disolución de este gobierno. Algunas fuerzas como UGTT han aceptado este gobierno. Pero los 28 firmantes exigen que este “Consejo Nacional” tenga un poder de decisión concerniente a todas las leyes y medidas en preparación para las nuevas elecciones, a fin de garantizar que sean verdaderamente democráticas y que se desarrollen en total libertad. Reclaman el derecho de vigilancia para la aprobación en el Consejo Nacional de todas las asignaciones para altas funciones. Los firmantes llaman a la población de todas las regiones y localidades a formar Comités de Salvaguardia de la Revolución y UGTT pone todos sus locales a su disposición. Estos Comités tendrán representación en el Consejo Nacional.

Vosotros reunís allí las diferentes clases y capas de la población que estaban y están en oposición a la dictadura. Este paso se corresponde con el carácter de esta revolución, que vosotros llamáis nacional y democrática, ¿por qué?

Desde Aníbal (247 a. C. – 183 a. C.) este país no ha conocido jamás la democracia. Ni los campesinos, ni los pequeños comerciantes, ni los artesanos o pequeños productores, ni los profesores. Todo este mundo aspira ante todo a la democracia, junto con los obreros. Hay que ser consciente de ello.

Nosotros intentamos unir al pueblo alrededor de un único objetivo: terminar con la dictadura. Intentamos evitar toda divergencia entre las fuerzas populares, hecho que podría ser explotado por la reacción. Nos hemos puesto de acuerdo con los islamistas y con las otras fuerzas para preservar esta unidad del pueblo tunecino y no caer en luchas partidistas.

Pero esta revolución es también nacional. La gente se da cuenta de que la élite burguesa corrompida saquea nuestro país en beneficio de sociedades extranjeras. Éstas buscan producir a buen precio para exportar estos productos hacia sus mercados, no para satisfacer las necesidades de la sociedad tunecina. La injerencia de las potencias europeas y americanas proviene entre otras cosas de que quieren proteger sus multinacionales a todo precio. Es eso lo que la gente reclama. El Frente del 14 de enero reivindica la construcción de una economía nacional al servicio del pueblo donde los sectores vitales y estratégicos están bajo la supervisión del Estado.

Usted es el portavoz de un partido comunista. ¿Qué hay de la perspectiva socialista en Túnez?

Una revolución socialista no está a la orden del día hoy. Sí, en tanto que nosotros nos consideramos marxistas, habrá que pasar al socialismo. Esto será necesario para no caer en las redes del capitalismo mundial tendidas por grandes multinacionales americanas y otras. Esto será también la única manera de poner fin a la explotación del hombre por el hombre. Pero esta manera de ver las cosas no ha sido ampliamente compartida todavía del todo aquí. Nosotros no podemos ir demasiado rápido.

Hay que tener en cuenta asuntos de fuerza política. La clase obrera va con retraso en el plan de la consciencia y la organización. El movimiento comunista es aún bastante débil en nuestro país, incluso aunque haya progresado mucho. Las otras clases están bastante representadas por el intermediario del área liberal, del área islamista… Por tanto no hay que dar pasos en falso.
A través de esta revolución, los primeros jalones del socialismo pueden ser, sin embargo, establecidos en el nivel económico. Así, nosotros estamos a favor de la nacionalización de las grandes empresas en beneficio de los trabajadores. Como decía más arriba, esto se impone ya desde un punto de vista de recuperación de nuestra independencia. No vamos a nacionalizar para que esto beneficie a una burguesía de Estado. La clase obrera debe poder dirigir estas empresas de una manera democrática.

Pero esto no vale para todos los sectores de la economía. Nosotros asustaremos a los pequeños comerciantes, a los artesanos, a los pequeños patrones de los numerosos talleres que hay en nuestro país, nosotros les montaremos en la revolución.

Y sobre todo hay que pensar en los campesinos. El campesinado está muy diversificado en nuestro país. No está organizado y adolece en general de un gran retardo a nivel de consciencia. Algunas regiones están más avanzadas, allí donde hay obreros agrícolas que se han convertido en campesinos pobres. Han recibido parcelas de tierra, pero no las trabajan por falta de medios. Esos verán ellos mismos la colectivización como una salida positiva. Pero hay regiones donde desde hace decenios los campesinos reclaman la tierra que grandes capitalistas les confiscaron pero que sin embargo ellos trabajan. Hablar de colectivización les recordará en seguida el saqueo de sus tierras a mediados de los años 60. En nuestra opinión, podremos pasar de manera gradual y diversificada al socialismo, siempre que mantengamos la unidad más grande del pueblo, y en la medida en que su experiencia le lleve a ver la utilidad y la necesidad. No hay un esquema único, pero hay un objetivo único, el socialismo.

Fuente: solidarite-internationale-pcf.over-blog.net