Editorial del semanario En Marcha
No hay duda que el gobierno busca con ansiedad obtener la mayor cantidad posible de recursos económicos, y la forma más fácil que ha encontrado para lograrlo es poniendo en subasta nuestros recursos petroleros y mineros, y aplicando una política tributaria que afecta principalmente a sectores medios y populares.
En estos días Rafael Correa fue enfático en señalar que se explotarán todas las riquezas mineras y que está listo el denominado Plan B en el proyecto Yasuní ITT que consiste en explotar el petróleo allí existente. Empresas canadienses y chinas ya explotan las riquezas mineras del país, de manera que no estamos solamente frente a un anuncio sino ante una realidad.
En cuanto a la política tributaria, el nuevo paquete busca recaudar cerca de 400 millones de dólares al año bajo los sugestivos membretes de “prosalud” y “proecosistema”. El incremento de ingresos al fisco por concepto de cobro de impuestos es notorio en los últimos años, en el 2006 representaron 4.622,2 millones de dólares y, para el 2010, llegaron a 8.330 millones. El Impuesto al Valor Agregado (que pagamos todos los consumidores) subió de 2.475,9 millones de dólares a 4.174 millones en el período señalado.
Esta sed de recursos se presenta no obstante el Ministerio de Economía ha podido contar con más ingresos petroleros, tributarios y externos. El Presupuesto del Estado de este año se estructuró con un precio del barril de petróleo de USD73, sin embargo en el momento actual se lo vende en USD100. Varios análisis señalan que de mantenerse este escenario el Fisco recibiría 1.900 millones de dólares que no estaban previstos. En los tres primeros meses de este año ya ingresaron 467 millones adicionales. También han ingresado USD 1.000 millones por concepto de la “facilidad petrolera” con China y 100 millones de la Corporación Andina de Fomento.
En síntesis, el gobierno ha contado con mayores recursos de los previstos, pero quiere más para cumplir con su política populista-asistencial y cubrir el incremento de una burocracia repartida en un sinnúmero de nuevos ministerios cuyos principales funcionarios reciben altas remuneraciones. Mientras eso ocurre el aparato productivo no crece, pues, el gobierno poco o ningún interés pone en su desarrollo. Más rápidos y efectivos son los resultados políticos que brinda un bono antes que crear fuentes de trabajo que hacen falta por miles en el país.