martes, mayo 26, 2009

¡Sálvese el que pueda…avanza la pandemia!


¡No, no puede ser! Busco, de canal en canal, un espacio que dé paso a la esperanza…pero no es posible. El informativo del canal 5 asegura que ya se ha registrado el primer caso de gripe A en China… ¡Ya ha llegado a China! Mil millones de chinos despertarán mañana bajo la terrible amenaza. Nadie parece estar a salvo. Y el canal 3 advierte que se han hecho públicos dos casos más en el cono sur latinoamericano. “Inexorable avance de la pandemia”, denuncian las portadas de los grandes periódicos. Cada día la gripe se hace más resistente y muta de aspecto como cambia de nombre la que antes fue influenza, después gripe porcina y hoy gripe A, por más que Israel insista en llamarla gripe mexicana. Como quiera mata…Ya pronto, cualquiera de ellas, se cobrará sus primeras cien víctimas en un mundo sobrecogido por el espanto y que asiste impotente al fatídico progreso de la mortal pandemia.

En el canal 2, un especialista afirma que antes de que él termine de hablar la mitad de los europeos comenzarán a padecer los terribles síntomas… y por la radio escucho que no será hasta el mes que viene que podamos contar con las vacunas que nos pongan a salvo… si es que para entonces éstas siguen siendo efectivas y no ha vuelto la gripe a mutar en otra mucho más violenta.

El horror, mientras tanto, informa el canal 11, mantiene retenidos a un numeroso grupo de turistas en las habitaciones de un hotel de Hong Kong, luego de que uno de ellos emitiera peligrosos estornudos al ir a registrarse. Y se están agotando las mascarillas en México y los Estados Unidos, mientras se detectan tres nuevos posibles casos en Europa y se siguen desinfectando escuelas, aviones, restaurantes, supermercados…

El mundo, conturbado, no sale de su asombro. Se dice que para octubre la pandemia podría retomar su mortífera presencia. Muchos creyentes se santiguan y se encomiendan al Todopoderoso conscientes de que sólo su voluntad puede ayudarlos. Hay ateos que hasta han optado por convertirse a cualquier religión con tal de disponer de algún consuelo. El miedo interrumpe la vida en todas partes. La amenaza del contagio vacía las calles. Los bebés aprenden a toser antes que a hablar y en vez de leche desayunan bacilos.

Pero no todo está perdido. La humanidad todavía alberga una esperanza. Y es que, no obstante el avance de la mortal pandemia, aún quedan reductos inmunes a su atroz amenaza.

Por suerte, la pandemia todavía no ha llegado a Afganistán, ni a Iraq, ni a Palestina, ni a cualquiera de las tantas costuras por las que sangra el mundo, y centenares de miles de muertos pasan a mejor vida, no por terribles pandemias homicidas sino por guerras humanitarias hechas en su nombre y por su bien. Afortunadamente, la pandemia tampoco ha llegado a Wall Strett o ha afectado a la Bolsa o a los grandes emporios financieros que diseñan mercados y valores para que los millones de muertos que el hambre multiplica no se vean expuestos a las fatales consecuencias de tan inhumana pandemia. Y, gracias a Dios, tampoco se han registrado casos de infectados en casas de gobierno o palacios reales, con lo que mantienen su vigencia las políticas de progreso y crecimiento en Estados Unidos y Europa, favoreciendo que los desplazados, indocumentados, desempleados, ninguneados y demás miserables del llamado tercer mundo puedan seguir, como hasta ahora, muriendo de simple y común subdesarrollo.

Y por si no fueran suficientes motivos de satisfacción todas las excepciones expuestas al progresivo avance de la demoníaca pandemia, tampoco ésta, hasta el momento, parece estar afectando a los mentores, accionistas y gerentes de las grandes empresas farmacéuticas empeñadas en dar con la respuesta, con lo que, además de ver crecer sus beneficios, también podremos ver el final de la pandemia, posiblemente, antes de que llegue a ser pandemia.