Editorial del Semanario En Marcha
La amenaza ronda de nuevo sobre los asambleístas; esta vez, una resolución adoptada en el parlamento para introducir un punto en el orden del día fue suficiente motivo para que Rafael Correa monte en cólera y, acusándolos de boicot, diga que está dispuesto a dar curso con la denominada “muerte cruzada” que, en síntesis, obliga a que los asambleístas dejen sus cargos y se convoque a un nuevo proceso electoral legislativo y presidencial también.
No es la primera vez que amenaza con ello, pero no por eso algunos asambleístas –sobre todo de PAIS- dejan de estar asustados. Y es que el chantaje del Presidente está dirigido, en primer lugar, a los integrantes de su bloque parlamentario, pues, el descontento entre sus filas es notorio. Los resentimientos saltan entre quienes no han sido “tomados en cuenta” para continuar o ser parte de las nuevas autoridades legislativas, presidir alguna comisión u obtener alguna canonjía personal o para sus familiares, y en ese tira y afloja entre grupos la bancada de PAIS se ha convertido en una olla de grillos en la que solo la voz de Correa tiene la fuerza para acallarlos. En el pasado reciente ocurrió algo similar, las contradicciones internas empezaron a ventilarse de manera pública, parecía que el bloque gobiernista se dividía pero a tiempo se amenazó desde Carondelet que va la “muerte cruzada” y todos volvieron al redil. La mayoría de asambleístas del gobierno saben que no volverán a sus cargos si no cuentan con la venia de su amo protector.
Déjese de amenazas y cumpla con la muerte cruzada, señor Presidente, para que en un nuevo proceso electoral constatemos si en realidad es capaz de alcanzar una nueva mayoría legislativa, para ver cuántos de los actuales asambleístas retornan con el aval popular, para ver qué porcentaje de votos saca Ud. para la Presidencia de la República.
Seguramente, en un nuevo proceso electoral el pueblo ecuatoriano castigará en las urnas a los responsables del galopante endeudamiento externo, de la entrega de nuestros recursos naturales a las compañías extranjeras, a quienes no han sido capaces de controlar la delincuencia, a quienes no saben más que poner impuestos para llenar las arcas del Estado.
Cumpla alguna vez su palabra.