viernes, marzo 30, 2007

“LA CIA ANTES Y AHORA”


Por: Mark Engler y Jeremy Varon

Hace cincuenta años, en junio de 1954, la Agencia Central de Inteligencia cometió uno de los pecados cardinales de la política exterior norteamericana. En ese mes Jacobo Árbenz, elegido democráticamente presidente de Guatemala, fue depuesto en un golpe de estado planeado y coordinado por operativos de la CIA. Árbenz, un moderado, había propuesto que las tierras no cultivadas pertenecientes a grandes terratenientes como United Fruit Company (ahora Chiquita) fueran distribuidas entre agricultores pobres. Documentos desclasificados en 1997 muestran que en respuesta a esta propuesta de reforma la CIA, actuando con la aprobación del presidente Eisenhower, dirigió una campaña de propaganda contra Árbenz, sembró la deslealtad entre los militares guatemaltecos, y armó una insurgencia rebelde.

Para Guatemala, el golpe terminó con una "década de primavera" democrática, inauguró 40 años de despotismo y Guerra civil, y preparó el camino para un asalto genocida a las poblaciones indígenas mayas en los años 80. Iba a tener también consecuencias duraderas para EE.UU. Aunque la CIA solo tenía 6 años, el golpe en Guatemala, poco después de la exitosa instalación del Sha en Irán por la CIA en 1953, estableció un patrón de apoyo norteamericano a gobiernos antidemocráticos durante la Guerra Fría.

Este apoyo no solo promovió incontables violaciones de los derechos humanos, sino que también provocó el antinorteamericanis mo y produjo, en algunos casos, desastrosas consecuencias a largo plazo para la política de EE.UU. ―lo que la comunidad de inteligencia llama "retroceso". Durante décadas tales fechorías atrajeron la condena de activistas de los derechos humanos y de la solidaridad, algunos de los cuales argumentaron que la CIA debía de ser abolida por completo.

El aniversario cincuenta del golpe brinda una importante oportunidad tanto para examinar el historial de la CIA como para preguntar, en un mundo de nuevos y muy reales peligros, si algo ha cambiado en el comportamiento de la agencia. Revelaciones acerca del papel de la CIA tanto en el reciente escándalo de los abusos a prisioneros como en la aprobación de los argumentos a favor de la Guerra en Iraq plantean importantes preguntas acerca de la actividad de la agencia en la era posterior al 11/9. Después de la reciente renuncia del Director de Inteligencia Central, George Tenet, y la publicación del informe de la Comisión del 11/9, ha comenzado una nueva ronda de discusiones acerca de posibles reformas a la agencia, lo que hace más urgente una consideración de qué haría falta para cambiar real y favorablemente las operaciones norteamericanas de inteligencia.

Alegrando a los espías norteamericanos

Varios sucesos relacionados con la CIA en los últimos dos años nos han tentado aplaudir a la agencia. La CIA, que llamada un "elefante rebelde" por congresistas que la investigaron en los años 70, a menudo ha estado ausente de manera conspicua de la galería de operativos algo rebeldes responsables de la irresponsable "guerra contra el terror" y la creciente catástrofe en Iraq. Es más, a medida que se ha desarrollado el caso de la administració n acerca de las armas de destrucción masiva de Iraq, muchos progresistas ―nosotros incluidos― nos hemos encontrado actuando como campeones inesperados de los espías norteamericanos.

Celebramos a los funcionarios de inteligencia de nivel medio que se expresaron en contra de la defectuosa y tergiversada información que fue usada para justificar la invasión a Iraq, gran parte de la cual provino de oficinas especiales del Departamento de Defensa. Denunciamos la criminal revelación de la condición de funcionaria de la CIA de Valerie Plame por parte de dos "altos funcionarios de la administració n", un frío acto de venganza política debido a la crítica por parte de su esposo de las mentiras del Presidente y un duro mensaje para otros disidentes. ("Nombrar nombres" puede dañar seriamente las funciones de la Agencia. El disidente de la CIA Philip Agee, al hacer justamente eso a principios de los 70, forzó la reorganizació n total de las operaciones en Latinoamérica. ) Y reaccionamos con gran sorpresa cuando Richard Kay, también de la CIA, en un admirable gesto de honestidad, declaró ante el congreso que la búsqueda de las ADM había sido infructuosa. (Dada la historia de la CIA en relación con la falsificación de documentos y colocación de armas, ¿quién entre los escépticos razonables no temió de que EE.UU. inventaría la existencia de armas prohibidas en Iraq?) Finalmente, hasta los izquierdistas pudieran desear que la CIA fuera mejor en sus tareas, incluyendo las operaciones encubiertas, cuando se preguntaban si un exitoso "golpe" clandestino a Osama bin Laden no nos hubiera librado del dolor del 11/9 y en definitiva hubiera sido preferible a la problemática invasión a Afganistán.Basados solamente en nuestra reacción a la denuncia de Plame, amigos preocupados y opositores políticos han estado preguntando: "¿Desde cuándo han sido ustedes admiradores de la CIA?" Es una buena pregunta. Sin embargo, el apoyo calificado para un personal selecto de la agencia y el reconocimiento de los peligros posteriores al 11/9 no debe enmascarar otras formas censurables en que los viejos patrones de comportamiento de la CIA permanecen igual.

Misión rastrera

Es importante, antes de presentar todo el cuadro en relación con Iraq, aclarar la distinción entre el uso apropiado y el inapropiado de las agencias norteamericanas de inteligencia. La CIA fue creada en 1947 por medio de la Ley de Seguridad Nacional. Su tarea original era la de acopiar y analizar información acerca de los enemigos exteriores de EE.UU. y de esa manera permitir al Presidente, el Pentágono y el Congreso responder a las amenazas existentes y potenciales. Entre sus premisas básicas se encuentra que es ventajoso para los funcionarios electos ―independientemente de su partido e ideología― tomar decisiones basadas en hechos sólidos y especulaciones informadas, en vez de sobre conceptos erróneos o alarmas irresponsablemente falsas. Hasta ese punto, el acopio de información es teóricamente una tarea apolítica. Por eso es que las agencias de inteligencia se nutren de funcionarios administrativos de carrera, no de personal nombrado de manera rotativa leal a una administració n en particular.

Sin embargo, sería ingenuo pensar que la inteligencia del mundo real ha funcionado de esa manera. Casi desde su inicio la CIA fue más allá de sus límites y comenzó a manipular clandestinamente las políticas internas de otros países. Las primeras de tales operaciones fueron las de garantizar la derrota de los comunistas en Francia e Italia en 1948. A eso le siguieron décadas de trabajo político mucho más sucio. La CIA derrocó a líderes elegidos democráticamente no solo en Guatemala, sino en el Congo (1960), Chile (1973) y en otras partes. Desarrolló largas y sangrientas operaciones de contrainsurgencia en lugares como Viet Nam y El Salvador. Y en busca de objetivos a corto plazo creó monstruos sobre los cuales perdió más tarde el control, como los muyajadines que combatieron a los soviéticos en Afganistán, los incluían a individuos como Osama bin Laden. En cada caso, la agencia actuó con poco conocimiento del público o supervisión del Congreso.

El espionaje inapropiado por parte de la CIA, en una historia ahora enmascarada en los medios norteamericanos por medio de la amnesia y la autocensura, también contribuyó poderosamente a la actual situación en Iraq. Durante 1998, inspectores internacionales de armamentos se vieron obstaculizados por Saddam Hussein. Hussein se negó a cooperar con equipos de la ONU aduciendo que esos equipos estaban llenos de "espías y agentes norteamericanos" . Independientemente de sus motivos ulteriores para hacer tales acusaciones, resultó que Hussein tenía razón. El 2 de febrero de 1999 The Washington Post reportó que EE.UU. había "infiltrado a agentes y equipos de espionaje durante tres años en los equipos de control de armamentos de Naciones Unidas en Iraq, sin conocimiento de la agencia de ONU, para espiar a los militares iraquíes". Reportes similares aparecieron en The New York Times y The Boston Globe. Sorprendentemente estos periódicos se retractaron de sus propias informaciones durante la reciente preparación para la Guerra, calificando de "suposiciones" lo que había reportado como hecho consumado.

Uno puede despreciar a Hussein y aún así reconocer que, como todo gobernante, tenía interés en mantenerse en el poder. Por tanto, era enteramente predecible que él no reaccionaría amablemente a los esfuerzos encubiertos por derrocarlo. Por su parte Scout Ritter, el disidente de UNSCOM, apreciaba esta sencilla lógica. Él señaló que el espionaje de la CIA había violado la letra y el espíritu de las inspecciones. Renunció al UNSCOM y denunció el hecho. EE.UU. y no Hussein, insistió Ritter, violó el acuerdo. Por decir esto fue atacado furiosamente por la administració n Bush y ridiculizado por los medios.

La salida de los inspectores resultó ser desastrosa. Al marcharse ellos el mundo solo tenía un cuadro borroso del estado de las ADM de Iraq, lo que allanó el camino para las tenues, belicosas y finalmente fatuas acusaciones de la administració n Bush acerca de la "grave y creciente" amenaza iraquí.

La aprobación del caso a favor de la guerra

Al hacer una inspección de cerca, la CIA también demostró desempeñar un papel vital en las falsedades para hacer la guerra. Independientemente de la probidad de los analistas de bajo nivel, el entonces recientemente designado Director de Inteligencia Central George Tenet ―el funcionario de la CIA que en última instancia toma las decisiones― apoyó a la administració n en sus argumentos acerca de las ADM iraquíes en el momento decisivo. Tenet admite haber apoyado la infame acusación de Bush en el discurso del Estado de la Unión en enero de 2002 de que Iraq había tratado de comprar torta amarilla de uranio a la nación africana de Níger. Semanas después Tenet estuvo sentado junto a Colin Powell mientras el Secretario presentaba su caso ante la ONU.

Aún peor, Bob Woodward reporta ahora que Tenet dijo a Bush que su caso acerca de las ADM era un "jonrón", a pesar del supuesto escepticismo del Presidente cuando lo escuchó en la Oficina Oval de boca de altos analistas de la CIA. Bush tomó la decisión de ir a la guerra solo días después.

Tal servilismo insensible por parte del Director de Inteligencia Central es, desafortunadamente, nada nuevo. El caso más costoso y dolorosamente pertinente en el pasado es Viet Nam. Ya desde 1965 el analista de nivel medio Sam Adams había demostrado sistemáticamente que el principal adversario de EE.UU., el Viet Cong, tenía muchos más efectivos y apoyo popular en Viet Nam del sur que lo que el presidente Jonson, sus planificadores de guerra o incluso el director de la CIA Richard Helms querían reconocer. La fatal implicación era que las propuestas escaladas de tropas solo servirían para suministrar más carne de cañón a un enemigo demasiado grande y decidido como para derrotarlo. De manera similar, el oficial de inteligencia Ralph McGehee encontró comunistas por todas partes en los estados fronterizos de Laos y Tailandia.

Estos hombres honorables y casi extravagantemente patriotas, en vez de ser escuchados y recompensados por sus superiores fueron ignorados y demovidos. Después de haber sido sacado de su puesto en Tailandia, McGehee asistió en 1968 a una conferencia en Saigón de William Colby, jefe de la unidad con el eufemístico título de Equipo de Apoyo a Operaciones Civiles y Desarrollo Rural en Viet Nam (y sucesor de Helms como director de la CIA). McGehee fue testigo de una escena de pesadilla en la que los máximos jefes de la CIA, manejando cifras acerca de "Muertes de VC" e informes incomprensibles de inteligencia, parecían incapaces o indispuestos a dejar de luchar en una guerra improductiva e inmoral. En su momento más angustiado, escribió McGehee en sus memorias de 1983 Engaños mortales: mis 25 años en la CIA, pensó en colgar una banderola desde el techo del cuartel general de la agencia en Saigón y que dijera "Que se joda la CIA" o "LA CIA miente", y lanzarse después al vacío.

Solo podemos elucubrar si el decepcionante caso a favor de la Guerra en Iraq haya provocado una desesperación similar entre la gente de fila de la CIA. Cualquiera que sea el resultado, la agencia parece estar implicada en el más reciente y feo escándalo que haya emergido de la ocupación norteamericana. Las fotos de los abusos en la prisión iraquí de Abu Ghraib recuerdan otros atroces aspectos de la conducta de la CIA en Viet Nam. En un esfuerzo de contrainsurgencia llamado "Operación Fénix", durante años la CIA supervisó de manera sistemática el encarcelamiento, abuso y asesinato de sospechosos de pertenecer al Viet Cong. Repleta de detenciones arbitrarias de personas inocentes y ajustes de cuentas por parte de inescrupulosos operativos sudvietnamitas, la Operación degeneró en lo que un observador llamó "un baño de sangre contraproducente" que costó hasta 40 000 vidas.

El 11 de mayo, el Mayor General Taguba confirmó en su testimonio ante el Senado que oficiales de la CIA estaban implicados en controvertidos interrogatorios en Abu Ghraib. Sin embargo, Taguba no detalló su conducta. Por una parte parece que la agencia, en Iraq y otras partes, puede haber sido menos imprudente y abusiva que los equipos que operaban bajo Donald Rumsfeld. El testimonio de Taguba se realizó solo unos días antes del artículo de Seymour Hersh de que el Secretario de Defensa había creado un Programa de Acceso Especial (SAP) para manejar, entre otras cosas, interrogatorios delicados en Iraq. El SAP, que exacerbó el conflicto interno entre el Departamento de Defensa y la CIA (el cual puede haber contribuido a la renuncia de Tenet), estaba formado por equipos que operaban fuera de la CIA y que finalmente se ganaron fuertes objeciones de la agencia. Por otra parte, está claro que la CIA posee una culpabilidad significativa en relación con el escándalo internacional. El 12 de mayo The New York Times reportó las acusaciones de un afgano que dijo que había sufrido abuso físico y sadismo sexual a manos de oficiales de la CIA mientras estuvo prisionero en junio pasado. The Washington Post confirmó la misma semana la existencia de un GULAG global dirigido por la CIA en el cual centenares de sospechosos de la "guerra al terror" se encuentran en lejanas instalaciones ultrasecretas más allá de las fronteras de la supervisión y, es de temer, cualquier norma creíble de conducta humanitaria. Aun faltan otras investigaciones periodísticas y congresionales del papel de la CIA en el escándalo de las torturas.

¿Abolir la CIA?

Aunque la CIA aún no ha sido acusada por estos abusos, los fracasos de inteligencia acerca de la conspiración del 11/9 y de las AMD en Iraq han producido discusiones acerca de cómo las agencias norteamericanas de inteligencia pueden ser reformadas. La publicación de dos informes acerca de la CIA, así como el informe de la Comisión del 11/9 dio más vida a esa idea. La renuncia de George Tenet también amplió los pedidos de reforma. Pero las prescripciones actuales tienden a pedir solo cambios de ciertas responsabilidades administrativas y traslados burocráticos que permitan una mayor coordinación entre agencias como la CIA, el FBI y los buroes militares de inteligencia. Tales cambios no irán a la raíz de los problemas históricos; falta de supervisión, politización de la inteligencia y uso de operaciones encubiertas por el ejecutivo con propósitos inmorales.

Estos problemas crean la necesidad de un reexamen crítico de la misión original de la CIA. Los observadores han expresado preocupación de que la CIA, en efecto, haga inmune a la política exterior a una fiscalización externa, o que al menos sirva como una herramienta de discreción presidencial. Durante años el sentido de santidad de la misión de la CIA y la obsesión por el secreto acalló estas preocupaciones. Durante la Guerra Fría, cuando el anticomunismo tenía la condición de una cruzada, la CIA se veía a sí misma como una elegida súper patriótica, investida con el solemne deber de proteger a la república. Esencialmente su mensaje era: "Si ustedes supieran lo que yo sé acerca de los peligros del mundo, ustedes actuarían como nosotros. Sin embargo, por razones de seguridad nacional ustedes no pueden saber ni lo que nosotros sabemos ni lo que hacemos. Van a tener que confiar en nosotros". A la larga, el público lo hizo y la doctrina de la CIA de "negación creíble" evitó exitosamente las acusaciones periódicas de fechorías.Fue necesaria una letanía de oscuras revelaciones durante los años 70 acerca de la conducta de la CIA, desde intentos de asesinato hasta espionaje en el interior del país y el entrenamiento de escuadrones de la muerte, para que se destrozara la confianza y se hicieran serias reconsideraciones acerca del funcionamiento de la CIA. McGehee sacó en conclusión de sus años de servicio que "la CIA no es ahora ni ha sido nunca una agencia central de inteligencia. Es el brazo de acción encubierta de los asesores de política exterior del Presidente. En esa condición, apoya o derroca a gobiernos mientras informa de 'inteligencia' que justifica esas actividades" .

Críticos moderados trabajaron para hacer más riguroso el proceso de supervisión y la aprobación de operaciones encubiertas, reformas deshechas en gran medida bajo el presidente Ronald Reagan, lo que nuevamente sumió a la agencia en el escándalo.

El 11 de septiembre de 2001, en un trágico giro, dio a la CIA un nuevo y superior propósito: defender a EE.UU. contra el enemigo terrorista global ―y le restauró su dañada reputación. Una vez más, la CIA se presentaba como la fuerza de vanguardia en la protección del modo norteamericano de vida. Una actitud de confianza ciega en la agencia y en su uso por el Presidente se convirtió de nuevo en la norma.

Bush y la propia CIA han comenzado a minar esa confianza. En este contexto, los progresistas que estudian el oscuro pasado de la agencia y temen lo peor del futuro, pueden sencillamente abogar por la abolición de la CIA. Pero como esta exigencia es muy poco probable que se satisfaga en el actual clima político, no debe sustituir a llamados más inmediatos a corto plazo para garantizar, como mínimo, que las agencias norteamericanas de inteligencia ofrezcan información creíble e inmune a la manipulación política, respeto por los derechos humanos y que eviten alienar a la comunidad internacional.

En cuanto a la inteligencia, EE.UU. necesita un proceso para la evaluación neutral de los riesgos de seguridad nacional ―una pantalla o muro de contención entre la CIA y el ejecutivo para evitar más engaños mortales. Incluso los principales legisladores reconocen que hay demasiado en juego como para que la inteligencia sea manipulada por agendas privadas o intereses partidarios. (Los falsos alegatos de amenazas, por ejemplo, pueden llevar a que el mundo acuse a EE.UU. de gritar "ahí viene el lobo" cuando surjan los verdaderos). En cuanto a las operaciones encubiertas, el Congreso debe retirar el cheque en blanco que dio al Presidente después del 11/9 para hacer la guerra dónde, cuándo y cómo le parezca, sin prácticamente ninguna rendición de cuenta.

El conocimiento explícito del vergonzoso historial de la CIA en materia de derechos humanos debe ser un aspecto central al evaluar las operaciones de la agencia. En la era posterior al 11/9, hemos tenido que reaprender dolorosamente que la fe ciega y la idea perniciosa de que el imperativo de seguridad nacional justifica cualquier cosa hecha en su nombre es una receta para el desastre político y moral.
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viernes, marzo 23, 2007

La solución es transitoria, hay una guerra jurada

Por: Guido Proaño A. / Periódico Opción
22 - 03 - 07


De la cumbre al despeñadero. Así podría graficarse la ruta seguida por la oposición de derecha desde enero hasta marzo. Al iniciar la gestión del actual período parlamentario, el PRIAN, Sociedad Patriótica, el PSC y la UDC pensaron que con la mayoría alcanzada en el Congreso podrían hacer lo que les daba la gana, obstruir la gestión gubernamental de Rafael Correa y, de manera principal, la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Mas, efímera resultó esa mayoría y grande el golpe político que recibió en estos días.


La arrogancia y prepotencia oligárquica les hizo pensar que barrerían con todo cuanto se ponía delante o cuanto creían necesario demoler, pero el remolino los devoró. Acostumbrados a pisotear leyes, reglamentos y más, no repararon en la respuesta que desataría sus actos y cometieron graves errores políticos, de los que muchos acusan a Lucio Gutiérrez como principal responsable. En todo caso actuaron al unísono y bajo una misma voz de mando. Si fue Álvaro Noboa, Lucio Gutiérrez o Jaime Nebot el dueño de la batuta es tema secundario.


Lo cierto es que el desenlace de la crisis política de estas semanas vino con un duro golpe a la derecha que ha perdido posiciones e incrementado su desprestigio. Los partidos más afectados son el PRIAN y Sociedad Patriótica, al perder el mayor número de diputados, pero los efectos sentirán todos, pues, sus principales cuadros y voceros en el Congreso ahora tendrán que hacer de críticos desde sus oficinas particulares.


El PRIAN y Sociedad Patriótica trabajaban por convertirse en la cabeza de la oposición, apoyándose en la capacidad de maniobra que su bloque parlamentario les otorgaba. Ahora las cosas cambian, han perdido el terreno de acción y se advierte un giro hacia Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, quien tomaría el relevo. El PSC tiene ventaja sobre los otros partidos de derecha, al mantener el control político de la ciudad más poblada del país.


El lanzamiento oficial de Nebot en su nuevo papel lo hizo con la concentración del pasado 15 de marzo, convocada por el municipio porteño y las cámaras empresariales. Viejo zorro como es Nebot, durante los días de la reciente crisis política hizo esfuerzos por no mostrarse comprometido con la resolución del Congreso que sustituyó al Presidente del TSE, a la que hasta criticó como inconstitucional; en los mismos términos calificó a la destitución de los cincuenta y siete ex diputados. Su olfato político le llevó a ponerse del lado de la consulta y la Constituyente, o al menos así proclamó en la mencionada concentración, en la que además esbozó lo que serían los ejes se su accionar al frente de la oposición. Sin embargo, otros dirigentes social cristianos hacen campaña en contra de la Constituyente.


Ante todo resalta el contenido anticomunista del discurso Nebot –y de toda la derecha-, que pone a la economía de mercado como alternativa frente al socialismo que, supuestamente, levanta Rafael Correa. También destaca el interés por atizar el viejo regionalismo al que las clases dominantes han acudido de tiempo en tiempo para conquistar el apoyo del pueblo, y en el que hoy deslizan la eventual separación de Guayaquil si sus intereses son afectados (no los de la ciudad, sino los de la burguesía que se siente dueña de aquella y de la provincia). Resulta fácil advertir que la oposición socialcristiana se atrincherará en Guayaquil y manipulará el “guayaquileñismo”, las necesidades materiales de la población y la provincia, para lanzarla a la protesta por rentas, transferencias económicas o delegación de funciones, como ya se ve.


Se ha amainado la crisis política de estas semanas, pero la crisis política general que vive el país persiste, si ha bajado la intensidad de la contradicciones políticas es de manera transitoria y circunstancial; la derecha sale golpeada pero no aniquilada, y no se quedará en sus cuarteles esperando que otros den batalla en una guerra que tienen jurada. Persistirán por muchos lados, desde las acciones legales hasta el intento de movilizar masas, como ya lo experimentaron en Guayaquil. Los voceros de la derecha hablan insistentemente de que vivimos una copia del proceso político venezolano; lejos de ser cierto, delatan que se encuentran estudiando la experiencia de la oposición venezolana (los escuálidos) para no cometer los mismos errores.


El Congreso funciona nuevamente y con nuevos diputados que vienen de las mismas tiendas políticas de oposición, y aunque se hayan apartado de ellas para asumir sus funciones y formar el denominado “Bloque de Dignidad”, debe tenerse presente lo que dice nuestro pueblo: “dime con quien andas y te diré quién eres”. Así podemos colegir las mañas que muchos de ellos tendrán.


Resultarían incompletas estas notas si no se destaca el papel jugado por distintas organizaciones populares. La movilización de masas, constante desde el mes de enero para afirmar la convocatoria a la consulta y a la Asamblea Constituyente, es uno de los factores que impidió que la prepotencia oligárquica se consumara y contribuyó de manera decisiva para la que la balanza se inclinara por la salida definitiva de los ex diputados y en pro de la consulta popular. No se crea que los nuevos diputados vienen con ese aval popular.

martes, marzo 13, 2007

Crisis política en Ecuador: La derecha recibe un nuevo golpe

Quito, 13 de marzo 2007.


Un nuevo golpe sufrió la derecha política en el país con la resolución del Tribunal Constitucional de negarse a tomar conocimiento de la demanda presentada por el Presidente del Congreso Nacional, pidiendo la inconstitucionalidad de la resolución adoptada por el Tribunal Supremo Electoral que descalificó a 57 diputados que la semana pasada, ilegalmente, resolvieron la sustitución del Presidente del TSE, Jorge Acosta. Con la resolución del TC, a los diputados destituidos se les cierra las puertas para continuar sus reclamos por las vía legal, más aún cuando advirtieron que se someterán a la resolución que adopte el TC. Sin embargo es de esperar que insistan con su apelación ante el mismo organismo para mantener vivo el conflicto, mientras se conoce que algunos de los diputados suplentes están dispuestos a principalizarse.

El día martes 13 de marzo se vivió una nueva jornada de agitación política en el país, particularmente en la ciudad de Quito. El presidente del Congreso, Jorge Cevallos, convocó a reunión ordinaria de ese organismo para continuar con las “habituales labores legislativas”. El propósito era normalizar su funcionamiento, desconociendo la resolución del Tribunal Supremo Electoral adoptada la semana pasada, destituyendo a la mayoría de derecha del Congreso, opositora a la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

Desde primeras horas de la mañana, un reducido grupo de ex diputados del PRIAN (partido del ex candidato Ávaro Noboa) y de Sociedad Patriótica (partido del destituido ex presidente Lucio Gutiérrez), tras forcejear con la Policía, lograron ingresar al recinto parlamentario. Sin embargo no pudieron instalar la sesión por falta de quórum; el Presidente del Congreso arribó a las diez de la mañana y tras correr lista constató que la maniobra política no pudo efectivizarse y convocó a una nueva reunión para la próxima semana. Mientras tanto, en las afueras del edificio donde funciona el Congreso, grupos de manifestantes, tanto opositores a los diputados destituidos y otros que los respaldaban se enfrentaron en algunos momentos. Poco antes del medio día, el grupo afín a los diputados abandonó el lugar para dirigirse hacia el Hotel Marriot, en donde se atrincheró el bloque destituido.

Llamó la atención que los destituidos diputados pertenecientes al Partido Social Cristiano no estén con sus colegas en las primeras horas en la pugna por ingresar al recinto; bloque que, como se conoce, es virulento opositor a la Asamblea Constituyente y al gobierno de Rafael Correa. Llegaron a él junto al Presidente del Congreso (PRIAN), pero no pudieron ingresar. A eso debe anotarse que el PSC tiene controlado del Tribunal Constitucional, que como hemos dicho no dio paso al pedido formulado por el presidente del Congreso. Este comportamiento puede deberse a la amenaza de que los vocales del TC corran por el mismo camino de los diputados, esto es irse a sus casas, si avocaban conocimiento, pues, el TSE habría estado dispuesto a sancionarlos también. De esta forma el PSC habría preferido mantener sus posiciones en el TC, frente a una batalla en el Congreso que la ven perdida.

La crisis no ha llegado a su fin; la derecha continuará pugnando por echar abajo la resolución del TSE y regresar a sus curules. No solo temen perder los beneficios políticos y económicos que les da la condición de diputados, sino que se ha hecho público que el gobierno ha tenido reuniones con los diputados que deberán principalizarse, lo que hace pensar que el bloque de la derecha, una vez reiniciado el normal funcionamiento del Congreso, se vea disminuido en su número.

Por otro lado, varias organizaciones populares han expresado que las movilizaciones callejeras continuarán en contra del Congreso. Para el día 20 de marzo el Frente Popular anuncia una movilización general y, en el transcurso de estos días, diversas organizaciones integrantes de aquel, efectuarán acciones en contra de los diputados que no quieren acatar la resolución del TSE y, además, para promover el voto a favor del Sí en la consulta popular.

Redacción de En Marcha
13 de marzo de 2007

lunes, marzo 12, 2007

Crisis política: Derecha acusa golpe

La pretensión de descabezar al TSE, mediante decisión arbitraria de la mayoría derechista del Congreso, provocó un rebote en su contra, con la destitución de los diputados que votaron por esta medida. La exigencia de consulta popular y Asamblea Constituyente se reafirma en los ecuatorianos.

Hechos inéditos marcan la magnitud de la crisis política que afecta a la institucionalidad del Estado burgués; por una lado, están las maniobras desesperadas de la derecha representada en el Congreso para impedir la consulta y la Asamblea Constituyente, la misma que recurrió a una más de sus acostumbradas prácticas arbitrarias al resolver la “sustitución”, sin fórmula de juicio, del Presidente del Tribunal Supremo Electoral, acusado de haber desobedecido la orden de su Partido Sociedad Patriótica, en el sentido de entorpecer y alargar el proceso de consulta popular; y, por otro, la respuesta que las fuerzas políticas pro-constituyente dentro del TSE, con el voto del Presidente supuestamente defenestrado, lograron articular para enfrentar esta nueva arremetida en contra de la convocatoria a consulta.

En efecto, una vez que el Ejecutivo remitió algunas modificaciones al Estatuto Electoral, la mayoría derechista del Congreso, encontró el pretexto para torpedear, una vez más, la consulta y la Asamblea. El mecanismo que adoptó fue orientar que el Tribunal Supremo Electoral remita la “pelotita” nuevamente al Congreso. No contó, desde luego, con que el Presidente del Tribunal Supremo Electoral, Jorge Acosta, desoyendo la orientación emanada de Lucio Gutiérrez, con el propósito de alargar al máximo el proceso, hasta desgastar al gobierno y garantizar réditos electorales a su favor, sume su voto para decidir la convocatoria a consulta popular para el 15 de abril próximo, considerando que no había ya ningún impedimento legal para ello.

Así las cosas, se desata la ira y represalia del Partido Sociedad Patriótica, el que, con el apoyo de sus socios del Prian, PSC y UDC, defenestra al titular del TSE, mediante una simple “resolución”, cuando el único procedimiento previsto para el caso es el juicio político. Sin embargo, esta acción arbitraria y preponte del bloque derechista se va al piso, cuando, en el TSE, el propio Acosta lidera la decisión de destituir a los 57 diputados que votaron por su “sustitución”, acogiéndose a la normativa constituyente y legal que otorga inmunidad a los miembros del TSE y los convierte en la máxima autoridad electoral cuando hay un proceso en curso. Esta medida tuvo el sustento de la fuerza pública, la misma que impidió el ingreso de los diputados destituidos a las instalaciones del Congreso

Esta correcta decisión sacó de quicio a la derecha acostumbrada a manejar el país como hacienda propia, interpretando a su gusto y antojo sus propias leyes, por ello, en concierto, surgen voces destempladas para “repudiar” la situación, para alertar sobre un supuesto régimen “totalitario” que se quiere imponer, para denunciar que atenta contra la “democracia” y, en algunos casos, llamar a la conciliación.

En la estrategia de reacción de la derecha está recurrir a otro de sus reductos de poder, el Tribunal Constitucional, cuando, en realidad, no tiene competencia para dirimir en el caso. La decisión está tomada, los diputados alternos deben posesionarse y no cabe la tesis conciliadora de aplicar el “borra y va de nuevo” de parte y parte. Sobre todo, ninguna jugada de la oligarquía podrá frenar la consulta y la Asamblea Constituyente.

La derecha conspira

Editorial del Semanario En Marcha, edición 1351
12 de marzo 2007

No puede sorprender lo que ocurre en el país en estos días; era previsible que la derecha apele a todos los medios para impedir que la Asamblea Constituyente se realice, y así está actuando.

La crisis política en curso no tiene la connotación de una pugna de poderes como los medios de comunicación la presentan, formalmente así se la ve, pero en realidad manifiesta la agudización de las contradicciones entre el pueblo y la oligarquía, cada uno con su proyecto político diferente, inconciliable. Aunque parezca contradictorio, porque la burguesía durante todos estos años ha manejado un discurso invocando a la necesidad de encontrar mecanismos que garanticen la denominada “gobernabilidad” y la tranquilidad política y social, ahora tiene el interés de crear un ambiente diferente, de inestabilidad institucional, de “inseguridad jurídica” -como también la califican- para justificar acciones como las denuncias ante instituciones internacionales, y para futuras conductas, encaminadas a deslegitimar el proceso y el proyecto político que las fuerzas democráticas y progresistas del país están interesadas en llevar adelante, para poner fin a un largo período de dominio pleno de las fuerzas neoliberales.

El curso de la crisis dependerá en mucho de la fuerza del movimiento popular, para arrinconar a la derecha en sus pretensiones antidemocráticas y garantizar la realización de la consulta popular y de la misma Constituyente. Mal hace el gobierno en apelar la solución del actual conflicto a las “instancias jurídicas constitucionales”, es decir, dejarla en manos del Tribunal Constitucional, organismo controlado por la derecha, que podría adoptar una resolución que favorezca a los diputados destituidos. Si el propósito es llegar a esa instancia para justificar o esconder una “transacción” o un “acuerdo” como planteó el Vicepresidente del TSE, René Maugé, lo rechazamos porque sería una burla a la lucha y a la aspiración de las masas de golpear políticamente a la derecha anti constitucionalista.

La derecha busca la intromisión externa para justificar su conspiración interna. Ya ha logrado un primer pronunciamiento de Florentín Meléndez, presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el sentido de que en el Ecuador “existe un estado de quiebra institucional”; son avales que elementos serviles al imperialismo presentan a la derecha para justificar futuras actividades.

Hay una resolución del TSE de destitución de 57 diputados por violar la Ley Orgánica de Elecciones y esa resolución debe respetarse en su totalidad. No hay lugar a la negociación.

jueves, marzo 08, 2007

Un enredado escenario político

Por: Guido Proaño A. / Periódico Opción
Quito - Ecuador (8 – 03 – 07)

Quien en Ecuador se dedica al análisis político –o como ahora prefieren decir, a la politología- tiene bastante trabajo y pocas posibilidades de acertar en sus proyecciones mediatas, debido a la rapidez como se producen los movimientos y acontecimientos políticos que dejan huella. El que se distrae pierde el rumbo y queda fuera de foco. En un solo día pueden producirse –y de hecho así ha ocurrido en varias ocasiones- sucesos que generan virajes o, en otros casos, crean grandes expectativas de ello.

El pasado 5 de enero se instaló el actual Congreso con una clara mayoría de derecha constituida por el Partido Social Cristiano, Sociedad Patriótica, el PRIAN y la Unión Demócrata Cristiana, opositora abierta al gobierno de Rafael Correa y de manera particular al planteamiento de convocar a la Asamblea Constituyente. Pocos días después el país conoció que Sociedad Patriótica abandonaba ese bloque y se adhería al llamado a la Constituyente, no obstante dos o tres días antes haber expulsado de sus filas y concomitantemente descalificar a la esposa de Lucio Gutiérrez como diputada y a otra representante de la provincia de Manabí, por expresar su acuerdo con la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Ese viraje de Sociedad Patriótica hacía pensar que la convocatoria a la Asamblea se efectuaría sin dificultad alguna al cambiar la correlación de fuerzas en el parlamento a favor de las “constitucionalistas”. La derecha se sentía desgraciada, el poder de su bloque, la empaquetadora como fue calificada por su demoledora capacidad para hacer lo que a bien pensaban, estaba anulada pero… una vez más las cosas cambiaron. Sociedad Patriótica logró captar la presidencia del Tribunal Supremos Electoral, con el apoyo de los vocales de la Izquierda Democrática, de la RED, del Partido Socialista y el suyo propio y tras ello volvió al bloque de la derecha.

Dos meses pasó el país centrado su atención en los debates y acciones producidas en el Congreso, en el TSE y con la acción popular en las calles, para impedir la Constituyente, unos; y, otros para forzar su convocatoria. La presión popular obligó al Congreso que apruebe la convocatoria a la consulta popular sobre la realización de la Constituyente, pero los diputados tuvieron el cuidado de poner límites a esa Asamblea y garantizar seguridades a su permanencia en sus puestos, de cara a la fuerza que cobra el planteamiento de que los diputados se vayan a sus casas.

El parlamento se convirtió en blanco de críticas y movilizaciones populares de rechazo, por lo que trasladaron el conflicto al TSE, donde la derecha también tiene mayoría… o la tenía. El propósito era continuar dando largas al asunto, pero ahora en otro escenario. Sin embargo algo ocurrió puertas adentro de Sociedad Patriótica y Jorge Acosta, Presidente del TSE y vocal designado por ese partido, se salió del libreto y con su votó se oficializó para el 15 de abril el llamado a la consulta popular sobre la convocatoria a la Asamblea Constituyente y sin las condiciones impuestas en la resolución del Congreso.

“Ardió Troya”, la derecha entendió el duro golpe que recibía porque es conciente que el SÍ ganará abrumadoramente en la consulta y su presencia en la Constituyente será pequeña. El boicot a la consulta y a la Constituyente debía continuar y para ello se plantearon desconocer la resolución del TSE y enjuiciar políticamente a los vocales que votaron por dicha resolución, lo que debe esperar algunas semanas para su oficialización y ejecución. Lo urgente fue inventarse una resolución de sustitución del presidente del TSE por su vocal alterno, militante de Sociedad Patriótica, para recuperar la mayoría. Los cuatro vocales que aprobaron la consulta, en respuesta, resolvieron la destitución de los 57 diputados que votaron por la sustitución del presidente del TSE y la suspensión de los derechos políticos por un año, acusándolos de violar la Ley Electoral. Por supuesto, los diputados no acatan esta decisión.

El gobierno oficializó el respaldo a la resolución del TSE y ordenó la noche de miércoles 7 que la Policía Nacional rodee el edificio donde funciona el Congreso Nacional para impedir el ingreso de los diputados destituidos. A su vez, varias organizaciones populares como el Frente Popular y organizaciones políticas como el MPD y Pachakutik también han expresado su apoyo a la resolución del TSE y anuncian movilizaciones populares.

Todo esto muestra un conflictivo escenario político. Hay otros elementos que actúan también como la decisión dar paso a la creación de una nueva provincia en la Península de Santa Elena, que la derecha socialcristiana rechaza al sentirse afectada tanto desde el punto de vista político como económico por los intereses que en la región tiene. Lo cierto es que el país vive en medio de una aguda crisis política, en medio de una aguda confrontación entre la derecha que se opone a la adopción de cambios que dejen de lado el modelo neoliberal ejecutado estas últimas dos décadas y el pueblo y las fuerzas progresistas –en las que se encuentra el gobierno- que quieren una constituyente para crear un estatuto jurídico que de lugar a un nuevo Ecuador.

A la derecha le interesa generar un ambiente de “inseguridad jurídica”, de las denominadas “pugnas” entre los poderes del Estado para crear un ambiente que supuestamente justifique más adelante alguna aventura golpista. Ya hablan de que vivimos una dictadura.

Correa ha tenido el acierto de enfrentar a la derecha, pero de no ser por la movilización popular desarrollada en estos dos meses, el Congreso todavía estaría jugando con el tema de Constituyente en condiciones ventajosas para ellos. Ahora la consulta está convocada y no hay paso atrás.

Pero el gobierno también ha cometido errores; creyó que Sociedad Patriótica levantaba las banderas consitucionalistas por buena voluntad, cuando los hechos demuestran su oposición. El Ministro de Gobierno, Gustavo Larrea, cuando Sociedad Patriótica supuestamente abandonaba el bloque de derecha, en tono airoso señaló que no quieren el choque de trenes y que habían evitado que se produzca. Error. El choque se da a diario entre el pueblo y la oligarquía, y eso deben entender quienes aún animan esperanzas en que el consenso permitirá salir de la crisis sin sobresaltos.

El factor dinámico que permitirá que la crisis se resuelva a favor de la convocatoria a la consulta y a la constituyente es la movilización popular, eso ha quedado demostrado en estos dos meses, y con esa acción será posible frenar las maniobras de la derecha. No hay que tener miedo a la expresión popular en las calles; sí debería preocuparnos si este se mantiene alejado del acontecer político.

lunes, marzo 05, 2007

Bush quiere ordenar su patio trasero

Por Guido Proaño A. / Periódico Opción

El periplo de George Bush por Brasil, Colombia, Uruguay, Guatemala y México ha reavivado en algunos sectores la crítica de que la administración estadounidense ha descuidado a Latinoamérica en los últimos años, asunto que parecería cierto si se recuerda que en su último informe anual ante el Congreso Bush no mencionó a la región. No ha existido un cambio político esencial, pero, a raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre, el imperialismo norteamericano ha puesto más atención en Medio Oriente y Asia Central, por las enormes riquezas hidrocarburíferas que encierran y el valor estratégico político-militar que tienen para afirmar su control mundial y la posibilidad que le brindan para contener a otras potencias –como China- que compiten con Estados Unidos.

La política de Washington ha recibido golpes en América Latina en donde una conciencia anti imperialista gana terreno entre los pueblos y la correlación política experimenta cambios en detrimento de las fuerzas neoliberales; enfrentar esta situación sería uno de los objetivos del presidente norteamericano, otros tendrían que ver con lo que ocurre en su propio país, en donde los republicanos perdieron el control del Congreso y el peso electoral de los latinos es cada vez mayor.

La nómina de los países elegidos para la visita delata las pretensiones de la Casa Blanca, que pueden resumirse en su interés por consolidar las relaciones con los gobiernos más cercanos y crear conflictos en el bloque de países con administraciones calificadas como democráticas y progresistas, escogiendo a dos que mantienen políticas neoliberales.

En Colombia su objetivo es robustecer el Plan Colombia con una extensión del mismo y con nuevos recursos; allí cuenta incondicionalmente con Uribe –su principal cipayo en la región-, que en los últimos meses ha impulsado una política de provocación hacia Ecuador con las fumigaciones en la frontera, por la negativa de éste a participar en su plan de guerra contrainsurgente. En Guatemala buscará dar un espaldarazo a la derecha de cara a las elecciones presidenciales de septiembre, en las que participará la líder indigenista Rigoberta Menchú.

México es otro puntal para los Estados Unidos. Vicente Fox estuvo totalmente sometido a la agenda estadounidense, ahora Felipe Calderón hace esfuerzos por mostrarse como defensor de la ortodoxia neoliberal, y así se presentó en el reciente Foro Económico Mundial de Davos, en el que criticó a quienes se han apartado del camino establecido por las instituciones financieras internacionales y por el gobierno de los Estados Unidos, al tiempo que defendió el ALCA y culpó de su fracaso a “razones políticas y prejuicios de carácter político e ideológico, por encima del razonamiento”, como lo asevera Laura Carlsen, del Programa de las Américas del International Relations Center IRC.

Pero el gobierno mexicano no solo está dispuesto a continuar actuando como punta de lanza del neoliberalismo, también quiere operar como escudero en la confrontación a los “gobiernos populistas que desestabilizan la región”. En su territorio se ha instalado la Organización Demócrata Cristiana de América ODCA, que incorpora a treinta y tres partidos de derecha, al frente de los cuales está Manuel Espino, presidente del PAN, partido de Felipe Calderón. Expresamente los dirigentes de la ODCA han enfilado ataques en contra de Cuba y Venzuela, y algunos de ellos son conocidos gusanos cubano-americanos.

La visita a Brasil y Uruguay buscaría crear conflictos en el MERCOSUR, entre los gobiernos calificados como progresistas y al interior de ellos mismo. En Uruguay ya surgieron algunos problemas, mientras la Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, calificó a Bush de “execrable asesino belicista”, el Presidente Tabaré Vázquez y el Ministro de Economía, Danilo Astori, son quienes más han impulsado la presencia de Bush en su país y los más interesados en alcanzar un acercamiento con los Estados Unidos, con quien plantean firmar un tratado de libre comercio, por sobre las masivas muestras de oposición popular.

En la agenda de la visita a Brasil se encuentra el tema de los biocombustibles, con los que Estados Unidos pretende limitar, en el largo plazo, la dependencia al petróleo y al gas de países como Venezuela e Irán. El acercamiento a un país que representa una de las más grandes economías del mundo es importante para el comercio de los Estados Unidos, y lógicamente por el papel político que cumple y puede cumplir en el hemisferio. No debe olvidarse que Lula no abandonó el recetario neoliberal durante su primera administración, y los aspectos que lo confrontaron a EEUU en las discusiones del ALCA estuvieron condicionados por los intereses de los grupos empresariales y financieros brasileros, con algunos de los cuales el gobierno del PT tiene dependencia. Bajo estas consideraciones el interés de EEUU sería proyectar un liderazgo de Lula en la región, en contraposición al que mantiene Hugo Chávez. Pero retomando el tema interno, debe destacarse que el pueblo brasilero nuevamente votó por Lula a fines del 2006 y le dio una nueva oportunidad, esperanzado en que ahora sí cumplirá con la política social enunciada, y para impedir que la derecha retome la presidencia con Geraldo Alckmin. Ese pueblo anhelante de cambio rechaza la presencia de Bush en su país.

Varios analistas coinciden en señalar que Bush busca revertir su impopularidad pero podría ocurrir lo contrario, que su presencia desate grandes movilizaciones de rechazo, como ya se ha advertido. La imagen de un presidente belicista, responsable de la muerte de miles de iraquíes y afganos, recorre en la cabeza en millones de hombres y mujeres en el mundo y por supuesto en América.

No han faltado las críticas surgidas desde los Estados Unidos a la gira presidencial. La congresista demócrata Hilda Solís ha señalado que, a su parecer, Bush va de vacaciones en momentos que todo le sale mal. Es que esa administración enfrenta uno de los momentos de mayor debilidad, de mayor desprestigio al interior y a nivel internacional. La política de la Casa Blanca ha despertado a un movimiento de masas a nivel mundial sin precedentes que se evidenció en el movimiento en contra de la guerra, y que se expresa en distintos momentos, que crea problemas a su acción y a la de los gobiernos títeres que deben enfrentar la lucha de los pueblos.

Sin compartir la primera parte de la opinión del al congresista demócrata, pero tal vez le convenga al presidente yanqui un poco de turismo, para que conozca algo de América. Luis Esnal, en un artículo escrito en junio de 2002, nos hace conocer que por aquellos días “una revista alemana reveló que durante un encuentro entre Bush y el ex presidente brasileño Enrique Cardoso, el presidente norteamericano se quedó sorprendido ante un comentario del brasileño, sobre los negros en ese país. ‘¿Ah, ustedes también tienen negros?’, habría dicho con cándida sorpresa Bush, ante un espantado Cardoso”.