Editorial del semanario En Marcha
Hace pocos días, algunos abogados colombianos que supuestamente actuaban de manera “particular” solicitaron el enjuiciamiento penal de Rafael Correa por “vínculos con las FARC-EP” y anunciaron que lo harían ante la Corte Penal Internacional por “terrorismo internacional”. Ahora, de manera oficial, el gobierno de ese país pide una medida similar porque, supuestamente, las FARC habrían financiado parte de la primera campaña electoral de Rafael Correa.
Esas acusaciones tienen una clara explicación: está en curso una conspiración en la que actúan en forma coordinada el gobierno de Álvaro Uribe y sectores de derecha de nuestro país, entre los que visiblemente aparece Lucio Gutiérrez. Un inicial objetivo de esa campaña sería afectar la imagen internacional del gobierno y crear desconfianza entre los ecuatorianos. Luego vendrían otras acciones en las que la gran prensa jugaría un papel de primera importancia.
Este suceso no puede mirarse aislado del contexto internacional. La derecha, con el apoyo del imperialismo estadounidense, trabaja para revertir el desarrollo de la tendencia democrática, progresista y de izquierda que recorre América Latina y que ha puesto en varios países a gobiernos nacionalistas. Hugo Chávez, en Venezuela, ha denunciado los constantes intentos que los empresarios y los yanquis efectúan para poner fin a su gobierno; en Bolivia, la oligarquía santacruceña de manera particular, y la derecha en general con el apoyo de mercenarios extranjeros conspiran constantemente contra el gobierno de Evo Morales; en Honduras dieron un golpe que, hasta el momento, no ha podido consolidarse por el rechazo del pueblo hondureño que desde el día mismo de la asonada militar se tomó las calles exigiendo la restitución de Manuel Zelaya.
No obstante que en el caso hondureño el gobierno de Barack Obama expresó el reconocimiento a Zelaya como presidente, eso no significa que la política internacional de los Estados Unidos haya cambiado en su esencia. El intervensionismo es intrínseco a la naturaleza imperialista y los EEUU no estarán tranquilos mientras existan gobiernos democráticos como los antes aludidos.
El movimiento popular ecuatoriano debe mantenerse atento al desarrollo de los acontecimientos, pues deberá defender un proceso político que se encuentra en curso, en el que el principal gestor ha sido el mismo pueblo.