La entrada triunfal programada por Zelaya fue anulada por el golpista Roberto Micheletti, que declaró estado de sitio en las provincias donde la carretera conduce a la frontera, en un intento de evitar la movilización convocada por el Frente de la Resistencia al golpe de Estado.
Empeñados en recibir el depuesto presidente, sin embargo, cientos de hondureños se aventuraron a las montañas del país para eludir la represión del Ejército. Entre abrazos y gritos de "Urge Mel" (algo así como "Que venga Mel!", apodo por el que es conocido), la seguridad del presidente advertía sobre la presencia de francotiradores en una colina.
Sin la multitud esperada, Zelaya no cruzó la frontera. Si lo hubiera hecho, "sería detenido", advirtió un coronel del Ejército encargado de la supervisión de la Aduana de Honduras. El depuesto presidente esperaba la respuesta de una "negociación" con en el Ejército para entrar. No hubo acuerdo.
Sentado en un jeep, rodeado de simpatizantes, Manuel Zelaya habló brevemente con Brasil de Fato. Visiblemente cansado y, aparentemente, sin estrategia para asegurar su regreso a la Presidencia, advirtió que "si las armas vuelven a manos de la derecha para derrocar a los presidentes reformistas, entonces la gente también tiene derecho a volver a buscar soluciones por ese camino".
Brasil de Fato - El gobierno de EE.UU. criticó su decisión de tratar de regresar al país sin un acuerdo previo con el Gobierno golpista. ¿Cuál es su opinión?
Manuel Zelaya - Di todas las treguas. Fui muy tolerante, esperé y apoyé todas las decisiones adoptadas por la comunidad internacional. Acepté lo que dijo la Secretario de Estado [de EE.UU., Hillary] Clinton. Sin embargo, los golpistas continúan reprimiendo al pueblo, violando los derechos humanos de la población, apropiándose de recursos que no les pertenecen, usurpando la soberanía popular, traicionando a los poderes del Estado. Me sacaron de mi casa en la madrugada a balazos, amarrado. Yo nunca fui acusado formalmente con una orden judicial, no me enjuiciaron anteriormente. Ahora inventaron acusaciones contra mí, mi familia y mis ministros. Los militares hablan de democracia, pero cuando alguien tiene una posición contraria, es declarado comunista, lo persiguen y le hacen un golpe de Estado. La élite de Honduras es sumamente conservadora.
Usted no puede entrar a Honduras, según lo previsto. ¿Qué piensa hacer?
Mantengo el llamado al pueblo hondureño para que llegue a la frontera. [El Ejército impide que los manifestantes lleguen a la zona fronteriza]. Sólo hay 12 kilómetros entre El Paraíso [último punto de bloqueo del Ejército] y Las Manos [puesto fronterizo nicaragüense]. La gente puede venir caminando, la policía no los detendrá. Y también hay otras posibilidades. Tengo dos helicópteros y puedo aterrizar en cualquier lugar.
¿Cuáles fueron los factores determinantes que desencadenaron el golpe de Estado?
Honduras es la tercera economía más pobre de América Latina. De cada diez hondureños, ocho viven en la pobreza y tres viven en la extrema pobreza. Creo que en una sociedad que vive así desde hace por lo menos un siglo, se deben analizar propuestas de cambio. Y estos cambios están relacionados con la forma de establecer el sistema de gobierno. Es evidente que las élites económicas, que están privilegiados por esta situación, por el status quo, no desean estos cambios. Así que la única manera de promover cambios en Honduras es aumentar las oportunidades para la participación ciudadana, los procesos de participación social. Mencioné eso y los oligarcas me declararon enemigo de la patria, y comenzaron a conspirar contra mí.
Aumenté el salario de los trabajadores, traté de incorporar la reforma agraria, abrí las puertas al socialismo del sur, y eso fue considerado un delito. Todo esto contribuyó a que la oligarquía económica - con el apoyo de viejos halcones de Washington, como Otto Reich y Robert Carmona, y algunos congresistas de EE.UU. - empezara la conspiración que desembocó en el golpe. Pero se equivocan. Pensaron que sería fácil, como en el siglo 20, cuando con 48 horas los golpistas lograban dominar a la gente. El pueblo lleva ahora 28 días en las calles, reclamando, diciendo que no aceptan este golpe. La comunidad internacional también ha cambiado. Ya no aceptan golpes de Estado, porque realmente son ilegítimos, son un paso atrás, es el regreso de la fuerza sobre la razón. Es el retorno de la violencia por sobre las urnas. Esto llevó al golpe. El temor al cambio, el temor a que el pueblo se organice.
La prensa hondureña lo compara con el Presidente Hugo Chávez. Como define Usted su gobierno?
De centro-izquierda. De centro porque apoyamos el liberalismo económico y de izquierda porque apoyamos los procesos sociales, socialistas. Busqué un término medio. Aún así me han declarado enemigo de las élites económicas, precisamente porque aumenté el salario mínimo de los trabajadores. Me parece injusto que me dieran un golpe de estado porque estaba realizando una consulta pública para ver cuál es la tendencia del pueblo en relación con los procesos de participación ciudadana. Es ridículo lo que sucedió, el mundo se ríe de los golpistas, nadie reconoce sus acciones.
Muchos creen que los EE.UU. ha adoptado una actitud dudosa en esta crisis. Condenan el golpe, pero no aplican sanciones económicas al gobierno de facto de Roberto Micheletti. ¿Cuál es su evaluación?
El gobierno de Barack Obama ha sido coherente con una diplomacia multilateral y dio muestras de querer solucionar el problema. Pero no ocurre lo mismo en otros grupos de poder de EE.UU. Estos sí que están apoyando el golpe de Estado, la vieja guardia de los conservadores apoyan el golpe. Obama no. La Secretaria de Estado Hillary Clinton fue clara. Pero en EE.UU. hay muchos intereses políticos y económicos, y hay mucha gente sectaria, que quiere imponer su ideología.
Usted quiere retomar la presidencia, pero hasta ahora Micheletti ha reiterado que no acepta la decisión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para restituirlo en el cargo. Qué puede significar este precedente para América Central?
Este golpe mata la fuerza de la soberanía popular. Eso abre un precedente en el sentido de que si las armas vuelven a manos de la derecha para derrocar a presidentes reformistas, entonces la gente también tiene derecho de volver a buscar soluciones por ese camino, cosa que nosotros no deseamos. En primer lugar, dicen a la población que hay que votar y que la democracia es su derecho, y ahora las armas vuelven a atacar a la democracia. Eso no se puede permitir. Tenemos que luchar contra eso.
Con los militares, el Congreso y los empresarios apoyando el golpe de Estado, que pretende hacer para recuperar el poder?
Mantenerme firme.
Brasil de Fato