Hugo Llorens, el embajador de Estados Unidos en Honduras que admitió haber participado en reuniones donde se discutieron los planes de golpe antes del secuestro del presidente Manuel Zelaya, es un cubanoamericano emigrado a Miami con la operación CIA Peter Pan. Especialista del terrorismo, era director de Asuntos Andinos del Consejo Nacional de Seguridad en Washington cuando sucede el golpe de Estado contra el mandatario venezolano Hugo Chávez.
Tal como Melquíades "Mel" Martínez, máximo representante de la extrema derecha cubanoamericana en el Congreso de Estados Unidos, y Eduardo Aguirre, embajador estadounidense en Madrid, del cual fue asesor, Hugo Llorens llegó a Estados Unidos con siete años de edad, en la operación CIA Peter Pan que sacó de Cuba a más de 14 000 niños.
Sembrando el pánico entre los padres al difundir informaciones falsas según las cuales los niños cubanos iban a estar "internados en la Unión Soviética", grupos anticomunistas apoyados por la CIA, organizaron la salida intempestiva de la Isla hacia Miami de estos menores de edad. Muchos fueron confiados en orfanatos donde recibieron una educación drásticamente conservadora y terminaron en las redes de la extrema derecha.
Después de estudios en la Universidad de Georgetown —al igual que Otto Reich— y en la Universidad de Kent en el Reino Unido, y de conseguir una maestría en Estudios de Seguridad Nacional del National War College, Hugo Llorens hizo una breve estancia en la división de finanzas internacionales de la Chase Manhattan Bank antes de pasar al Departamento de Estado en 1981.
En sus primeros años de actividad diplomática se radica una primera vez en Honduras como consejero económico, luego pasa a La Paz, Bolivia con el mismo título. Seguirá bajo la etiqueta de agregado comercial en el Paraguay de la dictadura de Stroessner y luego aparecerá en San Salvador con el título de coordinador de narcóticos, otra de sus especialidades.
En un salto inesperado a otra parte del mundo, el multifacético Llorens se va entonces a Filipinas de simple funcionario consular. Sus actividades oficiales le dejarán tiempo para dedicarse a tareas paralelas: sus notas biográficas, sorpresivamente, indican que habla el tagalog, el idioma filipino.
Regresando al continente americano, Llorens será durante tres años cónsul general de Estados Unidos en Vancouver, Canadá, y ahí se consagra a crear una estación llamada "multiagencias" que logra la apertura en el propio consulado de locales del FBI, de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, ATF, y del Servicio de Aduanas de Estados Unidos. Sin olvidar las representaciones del Servicio Secreto y de Seguridad del Departamento de Estado. Todo esto bajo el tema de la lucha contra el terrorismo y de la delincuencia internacional.
AL LADO DE ELLIOT ABRAMS Y OTTO REICH
La Casa Blanca de George W. Bush captará al astuto Llorens en el 2002 nada menos que como director de Asuntos Andinos del Consejo Nacional de Seguridad en Washington, D.C., lo que lo convierte en principal asesor del presidente sobre Venezuela.
Ocurre que el golpe de Estado del 2002 contra Chávez se produce mientras Llorens se encuentra bajo la autoridad del subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos Otto Reich y del muy controvertido Elliot Abrams.
El también cubanoamericano Reich, anticastrista por excelencia, protector del cabecilla terrorista Orlando Bosch, había sido por tres años embajador de EE.UU. en Venezuela, desde 1986 a 1989 y pretendía "conocer el terreno".
Desde el Departamento de Estado, Reich dio su apoyo inmediato al Micheletti venezolano, Pedro "El Breve" Carmona, y a los militares golpistas.
Otto Reich, integrante del círculo de los ex halcones desplumados de la Casa Blanca, sigue siendo uno de los personajes más influyentes de la fauna mafiosa de Miami. Su nombre circula hoy entre los posibles conspiradores que llevaron al desastre la pandilla de Tegucigalpa.
La administración Bush ubicó entonces a Llorens como ministro consejero en Argentina, durante unos tres años, desde agosto del 2003 hasta julio del 2006.
Del 2006 al 2008, Llorens se reuniría con el también cubanoamericano Eduardo Aguirre, embajador USA en Madrid, fanático de derecha que protegió al terrorista internacional Luis Posada Carriles a su llegada ilegal a Estados Unidos.
Llorens y Aguirre se dedicaron a estimular y subsidiar las campañas de difamación contra Cuba de los círculos anticubanos de Miami remunerados por la National Endowment for Democracy y otros "institutos" estadounidenses que mantienen en España, a través de intermediarios, actividades contra la Isla.
En julio del 2008, Llorens es nombrado embajador en Honduras en sustitución de Charles "Charlie" Ford, este personaje que tuvo la tarea poco grata de proponer, a sugerencia de Bush, que Posada Carriles vaya a vivir a Honduras.
"Charlie" Ford lo hizo apenas seca la tinta de la inauguración de Manuel Zelaya como nuevo presidente de la República. Zelaya contestó que no, rotundamente, y "Charlie" tuvo que informar a sus jefes que tendrían que vivir con su papa caliente.
YA EL GENERAL VÁSQUEZ SE SENTÍA "SOLICITADO"
La llegada de Llorens a Tegucigalpa no se hizo sin incidente. El 12 de septiembre del 2008, el presidente Zelaya, evocando el hecho de que Bolivia acababa de expulsar al representante de EE.UU. por sus actividades de injerencia, se negó a recibir las credenciales del nuevo embajador como gesto de solidaridad.
Ocho días después, Zelaya recibió a Llorens y le expresó el malestar de su país "con lo que sucede con el país más pobre de Sudamérica".
Llama la atención un acontecimiento ocurrido en estos días. El 22 de septiembre, mientras se manifiesta el "malestar" de Zelaya, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, general Romeo Vásquez, este mismo jefe golpista que hoy sostiene a Micheletti, declara a la prensa local que "hay personas interesadas en deponer al presidente Manuel Zelaya".
Comenta el militar fascista que el mandatario "enfrenta críticas por los acuerdos realizados con Venezuela, Bolivia y Nicaragua" y que "nos han buscado para botar al Gobierno".
"Pero somos una institución seria y respetuosa, y respetamos al señor Presidente como nuestro comandante general y nos subordinamos a la ley", aseveró con la mayor seriedad el que ordena ahora a sus tropas disparar contra el pueblo.
El 22 de junio último, el diario La Prensa reveló cómo en la noche anterior tuvo lugar una reunión entre los políticos influyentes del país, jefes militares y el embajador Llorens bajo el aparentemente propósito de "buscar una salida a la crisis". La de la consulta popular promovida por Zelaya.
The New York Times confirmaba luego que el secretario de Estado Adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas A. Shanon, así como el embajador Llorens, habían "hablado" con altos oficiales de las fuerzas armadas y con líderes de la oposición sobre "cómo derribar al presidente Zelaya, cómo arrestarlo y qué autoridad podría hacerlo".