La conmemoración de los tres años de la gestión presidencial de Rafael Correa coincidió con la suspensión de la iniciativa ITT que buscaba mantener 850 millones de barriles de petróleo bajo tierra, a cambio de que gobiernos de otros países creen un fondo económico que otorgue los recursos que el Ecuador se privaría por la negativa a explotar el petróleo de la zona del Yasuní. Correa “dinamitó” el proyecto y con ello a algunos de sus colaboradores que conducían las negociaciones del mismo, entre ellos Fánder Falconí en ese momento Ministro de Relaciones Exteriores.
La medida el presidente evidencia un nuevo renunciamiento a sus propuestas de campaña y, más aún, a mandatos constitucionales que establecen la prohibición de la explotación de recursos naturales en zonas protegidas, pues, anunció que en junio se comenzaría con la explotación petrolera, lo que no llama la atención si se toma en cuenta que Francisco Pareja Yanuzelli, ex gerente de Petroecuador, inició negociaciones para la explotación petrolera en ese sector.
El extractivismo en beneficio de las transnacionales se impone una vez más sobre una política de protección ambiental, tal como observa también en la decisión gubernamental de ejecutar la explotación minera a cielo abierto y a gran escala, a pesar de la oposición de importantes sectores de nuestro pueblo. El gobierno, a cambio de un puñado de dólares puede convertirse en el responsable de la pérdida de la mayor riqueza natural con la que cuenta el Ecuador: la biodiversidad.
El repudio popular que ha provocado el anuncio del gobierno de poner fin a ese proyecto, ha obligado a Rafael Correa anunciar que aquel continuará en condiciones que garanticen la soberanía del país. Anuncio forzado por las circunstancias para “salir del rato”, como dice nuestro pueblo. Habrá que ver si cumple o no.
Por otro lado, el suceso en mención ha provocado una nueva fisura en el gobierno. Fánder Falconí renunció denunciando la inconsecuencia política de Correa con el proyecto ITT, mientras Correa aseguró que mejor que se haya ido ese “ambientalista infantil”. Así las contradicciones al interior de PAIS se agudizan, mientras el Ecuador es testigo de la derechización del gobierno y de una serie de pronunciamientos en los que uno y otro quieren mostrarse como los aunténticos ideólogos de esta famosa “revolución verde”, no por ambientalista sino por el interés de cosechar dólares.