Radio La Voz de Arutam, que enfrenta un proceso de reversión de su frecuencia por parte del Conatel, es considerada por los shuar como su propia voz. Lleva el nombre de su dios y es la única forma de comunicación para la mayoría de las 500 comunidades asentadas sobre todo en la Cordillera del Cóndor, límite con Perú, adonde no llega ni la señal del celular.
Los nativos que arriban a Sucúa, Morona Santiago, sede de la radio (de la Federación Interprovincial de Centros Shuar, Fisch), usan los micrófonos para avisar a sus familiares cómo les ha ido en el viaje –en algunos casos de hasta 22 horas– para salir de sus comunidades.
Hay una característica. El interesado en enviar su mensaje cancela 50 centavos de dólar por minuto, para autofinanciamiento del medio, y habla lo que él considere conveniente. Se emiten saludos a los padres, hijos, esposas, primos, vecinos. Se comunican novedades a los profesores comunitarios, a los estudiantes. Incluso los comuneros llaman la atención de sus propios dirigentes, públicamente, por la radio.
La Voz de Arutam enfrenta ahora el proceso de cierre, acusada de incitar a la violencia durante el paro indígena de septiembre pasado, algo que el presidente de la Fisch, Pepe Acacho, lo desmiente. Los comuneros advierten con reaccionar. “Si el presidente Rafael Correa cierra la radio, sería marginarnos, discriminarnos; sería matar al pueblo”, dice el shuar Luis Wisum.
La Voz de Arutam es para los shuar la ‘libertad de expresión’
Gonzalo Ayui llega a Sucúa a las tres de la mañana del 29 de diciembre. Una hora y media después está frente a los micrófonos de radio La Voz de Arutam, aunque no como locutor. En su idioma shuar habla durante tres minutos. Saluda a su esposa, a sus padres, hermanos, tíos, primos, a sus vecinos. Les dice que en el viaje le fue bien, que ya mismo comprará la sal, la manteca y otras cosas básicas, y que iniciará su retorno a las seis de la tarde, para, con la protección del dios Arutam, estar en casa al atardecer del día 30.
Ayui, indígena shuar de 28 años y que subiste de la agricultura, había salido de su comunidad Tutimentza, en la cordillera del Cóndor, a las cinco de la mañana del día 28. Navegó nueve horas en bote y caminó un par de horas hasta tomar el bus que de Taisha a Sucúa, en Morona Santiago, tarda casi diez horas. Sus parientes están pendientes del viaje y la única forma de avisar que a él le va bien es La Voz de Arutam. Cancela $ 1,50 por los tres minutos de “entrevista”, como los shuaras llaman a la difusión de su mensaje por la que consideran su radio, pero sin intermediarios, con su propia voz, con la libertad de poder decir lo que ellos crean conveniente.
Ayui emite su saludo por un medio suspendido por el Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones), desde el 17 de diciembre, pero que sigue en el aire porque presentó una apelación. El mensaje llega por un medio al cual el presidente Rafael Correa acusa de haber incitado a la violencia en el paro indígena de septiembre pasado, en el que murió el docente shuar Bosco Wisum. Precisamente ese es el argumento que esgrime el Conatel para sancionarlo con el retiro de la frecuencia.
“¡Por qué el Presidente va a cerrar esta radio que es de mucha ayuda! No quiero que cierre; si hace eso es que está contra pueblo Shuar y nos quedaremos sin poder comunicarnos entre nosotros que vivimos lejos. Habrá que protestar”, dice Ayui.
Igual sorpresa y quejas expresan otros comuneros y dirigentes de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (Fisch), organización a la que pertenece la emisora, establecida en 1974 en AM y que desde el 2005 emite su señal en FM para Morona Santiago, Pastaza y parte del nororiente de Perú.
La organización, presidida por Pepe Acacho, según sus registros, agrupa a unas 500 comunidades, donde viven unos 120 mil nativos. Estas, en su mayoría, están ubicadas en la espesa e inhóspita selva. Allí, La Voz de Arutam compite con el trinar de las aves, con el correr de las aguas, con el silbido de las culebras, con el viento que mece los árboles añosos.
Su tarea comunitaria se identifica con el denominado Plan de Vida (conjunto de reglas) de la Fisch, que tiene como objetivo impedir el acceso de los madereros, petroleros y mineros a su territorio; de cuidar la selva donde habita el dios Arutam, el Señor de la Cascada, el que da alimento; el que da salud, sabiduría, fuerza. La deidad shuar.
Los nativos que arriban a Sucúa, Morona Santiago, sede de la radio (de la Federación Interprovincial de Centros Shuar, Fisch), usan los micrófonos para avisar a sus familiares cómo les ha ido en el viaje –en algunos casos de hasta 22 horas– para salir de sus comunidades.
Hay una característica. El interesado en enviar su mensaje cancela 50 centavos de dólar por minuto, para autofinanciamiento del medio, y habla lo que él considere conveniente. Se emiten saludos a los padres, hijos, esposas, primos, vecinos. Se comunican novedades a los profesores comunitarios, a los estudiantes. Incluso los comuneros llaman la atención de sus propios dirigentes, públicamente, por la radio.
La Voz de Arutam enfrenta ahora el proceso de cierre, acusada de incitar a la violencia durante el paro indígena de septiembre pasado, algo que el presidente de la Fisch, Pepe Acacho, lo desmiente. Los comuneros advierten con reaccionar. “Si el presidente Rafael Correa cierra la radio, sería marginarnos, discriminarnos; sería matar al pueblo”, dice el shuar Luis Wisum.
La Voz de Arutam es para los shuar la ‘libertad de expresión’
Gonzalo Ayui llega a Sucúa a las tres de la mañana del 29 de diciembre. Una hora y media después está frente a los micrófonos de radio La Voz de Arutam, aunque no como locutor. En su idioma shuar habla durante tres minutos. Saluda a su esposa, a sus padres, hermanos, tíos, primos, a sus vecinos. Les dice que en el viaje le fue bien, que ya mismo comprará la sal, la manteca y otras cosas básicas, y que iniciará su retorno a las seis de la tarde, para, con la protección del dios Arutam, estar en casa al atardecer del día 30.
Ayui, indígena shuar de 28 años y que subiste de la agricultura, había salido de su comunidad Tutimentza, en la cordillera del Cóndor, a las cinco de la mañana del día 28. Navegó nueve horas en bote y caminó un par de horas hasta tomar el bus que de Taisha a Sucúa, en Morona Santiago, tarda casi diez horas. Sus parientes están pendientes del viaje y la única forma de avisar que a él le va bien es La Voz de Arutam. Cancela $ 1,50 por los tres minutos de “entrevista”, como los shuaras llaman a la difusión de su mensaje por la que consideran su radio, pero sin intermediarios, con su propia voz, con la libertad de poder decir lo que ellos crean conveniente.
Ayui emite su saludo por un medio suspendido por el Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones), desde el 17 de diciembre, pero que sigue en el aire porque presentó una apelación. El mensaje llega por un medio al cual el presidente Rafael Correa acusa de haber incitado a la violencia en el paro indígena de septiembre pasado, en el que murió el docente shuar Bosco Wisum. Precisamente ese es el argumento que esgrime el Conatel para sancionarlo con el retiro de la frecuencia.
“¡Por qué el Presidente va a cerrar esta radio que es de mucha ayuda! No quiero que cierre; si hace eso es que está contra pueblo Shuar y nos quedaremos sin poder comunicarnos entre nosotros que vivimos lejos. Habrá que protestar”, dice Ayui.
Igual sorpresa y quejas expresan otros comuneros y dirigentes de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (Fisch), organización a la que pertenece la emisora, establecida en 1974 en AM y que desde el 2005 emite su señal en FM para Morona Santiago, Pastaza y parte del nororiente de Perú.
La organización, presidida por Pepe Acacho, según sus registros, agrupa a unas 500 comunidades, donde viven unos 120 mil nativos. Estas, en su mayoría, están ubicadas en la espesa e inhóspita selva. Allí, La Voz de Arutam compite con el trinar de las aves, con el correr de las aguas, con el silbido de las culebras, con el viento que mece los árboles añosos.
Su tarea comunitaria se identifica con el denominado Plan de Vida (conjunto de reglas) de la Fisch, que tiene como objetivo impedir el acceso de los madereros, petroleros y mineros a su territorio; de cuidar la selva donde habita el dios Arutam, el Señor de la Cascada, el que da alimento; el que da salud, sabiduría, fuerza. La deidad shuar.