Cuando ocurrieron los trágicos acontecimientos caracterizados por el colapso de los ex países socialistas del bloque del Este de Europa, encabezados por la Unión Soviética, y la caída del Muro de Berlín, los voceros del imperialismo y la reacción cantaron victoria por todas partes, una vez más cantaron el “requiem” a la doctrina del marxismo; declararon que la revolución era ya cosa del pasado, que la humanidad había llegado al “fin de la historia”, que el capitalismo era capaz de existir, desarrollarse sin crisis y que era un orden social eterno.
No fue preciso esperar mucho tiempo para que la falsedad esencial de toda esa prédica confusionista y mentirosa rodara por tierra. La dinámica misma del propio sistema burgués se ha encargado de enterrarla.
A partir de este momento, las crisis y los conflictos se sucedieron sin cesar: 1993, 1997, 2001, 2003 junto al estancamiento en la economía europea y japonesa, hasta llegar a la actual crisis que expresa todos los problemas acumulados anteriormente.
Los mismos economistas burgueses han reconocido que la crisis actual puede compararse con la ocurrida en 1929.
Una característica de esta crisis, que la distingue de manifestaciones parciales anteriores, es que se ha generado en EEUU y desde aquí se está extendiendo hacia todas partes del mundo.
Es una crisis de grandes dimensiones que se expresa inicialmente en el área de la circulación y las finanzas, pero que se origina en la economía productiva. Se trata de una crisis de sobre-producción relativa que acumula grandes stock de mercancías que no pueden realizarse, debido a que la falta de dinero en manos de la clase obrera y del pueblo en general, limita en grado extremo el consumo de los bienes y servicios que el sistema capitalista y el imperialismo produce de manera anárquica.
En poco tiempo se ha visto en la economía de EEUU, Inglaterra, Alemania y otras potencias crecimiento negativo, incluida la producción industrial.
Toda esta situación reduce las posibilidades del capitalismo para amortiguar los efectos de la crisis, como hizo anteriormente. En el 2001 tuvieron la posibilidad de resolver la crisis con medidas financieras, lo cual hoy no es posible.
Afirmamos que la crisis se prolongará y profundizará, ningún país quedará al margen de sus consecuencias, a pesar de las posibles evoluciones coyunturales de la misma.
Esta crisis, se origina en la agudización de las contradicciones irresolubles del capitalismo: la anarquía en la producción, la competencia y principalmente el carácter cada vez más social de la producción y la apropiación privada de la riqueza. Esta crisis demuestra el fracaso de las políticas neoliberales.
En esta crisis se incluyen la crisis inmobiliaria, energética, alimentaria y ambiental que contribuyen a su profundización.
Consecuencias económicas, políticas y sociales
Los monopolistas pretenden descargar el peso de la crisis sobre los trabajadores de todos los países y sobre los pueblos y países dependientes. Las contradicciones fundamentales (capital-trabajo, imperialismo-pueblos, inter.-monopolistas e inter-imperialistas) del sistema capitalista imperialista y su agresividad se profundizarán cada vez más.
Pese a las importantes ayudas financieras con fondos públicos por parte de los Estados imperialistas, grandes bancos y financieras quiebran, se produce el cierre de grandes y medianas empresas industriales, ocurren nuevas fusiones de bancos y empresas en beneficio de unos monopolios y detrimento de otros.
La crisis golpea ya a los trabajadores: centenares de miles de trabajadores están siendo echados en todos los países; solamente este año en EEUU más de 2 millones de trabajadores han sido despedidos; se reducen los salarios y recortan, cuando no se suprimen, derechos y conquistas sociales.
La crisis demuestra una vez más, que el desarrollo y el progreso social de los pueblos en el capitalismo no son posibles y demuestra también que la liberación de la clase obrera y los pueblos sólo se puede alcanzar con la revolución y el socialismo.
A la lucha general
Los Comunistas marxistas- leninistas, proclamamos nuestro rechazo a los responsables, causantes y beneficiarios de la crisis, a los imperialistas y monopolistas, principalmente estadounidenses.
Condenamos su política de trasladar la crisis a los trabajadores y luchamos porque las consecuencias las paguen los monopolios y los ricos.
Llamamos a los trabajadores a la constitución de un gran frente contra los despidos y recortes de derechos y conquistas sindicales. Exigimos aumento de sueldos y salarios.
Es necesario lograr la gran unidad de los pueblos contra el imperialismo en oposición al pago de la deuda externa, a la privatización de los servicios fundamentales.
Llamamos a la unidad de las fuerzas democráticas, patrióticas, de izquierda y revolucionarias para enfrentar la crisis.
Sólo la lucha nos dará lo que el capitalismo y el imperialismo pretenden negar.
Santo Domingo,
Rep. Dominicana
Noviembre de 2008