En mi país, es muy frecuentado el “San Viernes”, en especial, por aquel ejército de burócratas que, tras una semana de gastar el tiempo tras un escritorio, esperan el viernes para “salvar el mundo” al calor de unos tragos.
Algún estudioso de tan generalizada costumbre encontró que el “San Viernes” tenía su propio “desarrollo” y que los participantes (proactivos, se diría hoy) cumplían una serie de pasos o etapas, conforme avanzaba el grado alcohólico de los bohemios. Uno de los últimos pasos, quizá el más apasionado, era (es) el de la “negación de la evidencia” (el último era “el beso asfáltico”)
Después de las “disquisiciones filosóficas” los bohemios empezaban a negar todo, comenzando por los dioses y terminando con su propia existencia. “Pero si estamos aquí, en carne y hueso, hablando y tomando, ¿cómo es posible que niegues la propia existencia?” argumentaba el que aún estaba medianamente lúcido. “Pero, ¿ayer estábamos aquí?” replicaba el bohemio y él mismo se contestaba: “ni siquiera habíamos nacido”. Y mañana –reforzaba su dialéctica- ¿quién nos garantiza que vayamos a estar aquí, tomándonos unos tragos? A ver, ¿quién nos garantiza? exclamaba desafiante.
Negó la evidencia
Sin necesidad de estar borracho, el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, en su intervención televisada desde Bariloche (Argentina) en la llamada cumbre de UNASUR, pues negaba la evidencia; esas evidencias que le señalaron Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales.
Colombia, desde hace 50 años, “trabaja” con fuerzas militares norteamericanas en sus afanes por derrotar a la guerrilla de las FARC y, supuestamente, el narcotráfico. El Plan Colombia y su apostilla, el Plan Patriota, ya llevan 8 años tratando de derrotar “al narcotráfico y al terrorismo” Esos planes son financiados y dirigidos por mandos militares USA y ejecutados por el ejército colombiano que al 2007 ya era el mejor armado y el de mayor número de efectivos. Ahora, el Gobierno Uribe ha resuelto abrirse totalmente a esa “colaboración” mediante la autorización para que el ejército imperial pueda utilizar 7 bases militares colombianas, a fin de “derrotar al narcotráfico y el terrorismo” Desde luego, es un eufemismo ya que, en cuanto al narcotráfico, este ha aumentado en la vecina Colombia como ha aumentado el tráfico de estupefacientes en el propio imperio. Es decir, queda la “lucha a muerte” contra el terrorismo que es el fantasma levantado para tratar de justificar esta intervención de tropas extranjeras en un país latinoamericano.
A este panorama hay que agregar los incidentes provocados por el Gobierno fascistas de Uribe contra Ecuador (el ataque de Angostura) y las sin fin de provocaciones contra Venezuela; pero contra la Venezuela de la revolución bolivariana y de las reservas petroleras más grandes del mundo.
La tesis de Álvaro Uribe es que, con ese apoyo, la “victoria contra el mal” ya está cerca y solo falta la colaboración de los vecinos (Ecuador y Venezuela) Y, muy suelto de huesos, el Presidente de Colombia juró y rejuró que de manera alguna podía entenderse como un riesgo para toda América Latina esa presencia; a pesar de que, de acuerdo al Libro Blanco del Pentágono, bajado de la página web del mismísimo Ministerio de la Defensa de EE.UU. desde la base de Palanquero, el imperio puede controlar y si es necesario atacar cualquier punto de nuestra Sudamérica.
Al señor Uribe no le quedó más remedio que “negar la evidencia” pero no pudo evitar que los presidentes reunidos en Bariloche (agosto 29/2009) decidan que esa revelación pase a conocimiento de una reunión extraordinaria de cancilleres y ministros de defensa de los países que conforman la UNASUR. Una decisión que, a nivel de nuestra América Latina, se la toma por primera ocasión.
Pedir perdón; nunca permiso
En esta conferencia presidencial, que fue retransmitida al mundo entero por televisión, el Presidente Uribe volvió a “pedir perdón” al Presidente Rafael Correa por el ataque de Angostura (marzo 1/2008) y remarcó con no poco sarcasmo y una sonrisa d Mona Lisa: “creo que es la vigésima vez que pido perdón por ese incidente” como quien quiere que los ecuatorianos nos olvidemos de ese episodio de agresión brutal, en territorio ecuatoriano, de un comando guerrillero que, según versiones extraoficiales, estaba discutiendo un posible canje humanitario entre secuestrado(a)s de las FARC y guerrilleros detenidos en cárceles de Colombia. Lo cual era de conocimiento de Venezuela, Ecuador, Brasil y Francia; y, desde luego, del propio Gobierno Uribe.
Pero, a lo que se niega terminantemente Uribe es a comprometerse a que nunca jamás, por ningún motivo, volverá a atacar con fuerzas militares, suelo ecuatoriano. A eso no se ha comprometido; ni se comprometerá jamás.
Comentando esta actitud, alguien dijo:”lo que pasa es que Uribe aplica una vieja táctica jesuítica: pedir mil veces perdón pero nunca permiso” Y quienes recuerdan a los ya viejos jesuitas no pueden olvidar que ellos eran, en política. los maestros de la perfidia, del engaño “con tal de servir al señor” ¿Acaso no le ha sido fácil a la Iglesia Siglo 20, a través del Papa, por ejemplo, pedir perdón por las atrocidades que cometieron a través de la “Santa Inquisición”?
La misma táctica aplica el para presidente Uribe. Es capaz de pedir perdón por el “incidente” de Angostura pero no renuncia a su “derecho” a agredir a los “terroristas” en cualquier país vecino, porque según esta novísima teoría, los terroristas no tienen derecho a nada; simple y llanamente a ser masacrados, allí donde se encuentren. Una aplicación criolla de la llamada “doctrina Bush” (¿es posible pensar que ese señor haya sido autor de alguna doctrina?) y su lucha contra el terrorismo “allí donde se encuentren los terroristas”. Y aquello de la guerra preventiva y la soberanía ideológica.
En todo caso, como que el escenario de la UNASUR, igual que el del Grupo de Río y hasta la OEA, como que están cortándole las alas a este buitre andino. Por lo menos ya no le será tan fácil agredir o facilitar agresión a escala continental porque nuevos perdones ya no podrán ser aceptados así que así.