Después de escuchar a lo largo y ancho de la Patria al Presidente de la República y al Ministro de Educación que los maestros (as) son mediocres, corruptos, mafiosos, vagos, etc., etc., surgió en mi mente la interrogante: ¿Quiero seguir como maestr@?
Pues claro que quiero seguir siendo maestr@: Ni la distancia de la escuela rural, ni las torrenciales lluvias del crudo invierno, tampoco el sol incandescente de verano me hicieron pensar siquiera renunciar a mi profesión.
Lo vivido en los últimos meses cuando el Presidente y el Ministro de Educación se han dirigido hacia nosotros con los términos más duros, ofensivos y descomedidos haciendo que los medios de comunicación lo repitieran en los noticieros de la mañana, medio día y noche, tanto televisivos, radiales y escritos; que incidieron en los cerebros y corazones de un gran número de ciudadanos que fueron bombardeados por las mentiras, incubando la idea de que “los maestros no quieren ser evaluados, los maestros no quieren ser evaluados”.
Nada de esto ha logrado que pase por mi mente “si quiero o debo dejar de ser maestr@”. Al contrario lo he recibido como una tormenta más que pasa por mi vida y me digo en voz baja pero convencida y llena de rebeldía que nada ni nadie, ni hoy ni mañana ni nunca me harán dudar ni cambiar de opinión. Soy maestra por que así lo decidí, por que amo a los niños y jóvenes de mi querido Ecuador y por que estoy segura de que el papel que he venido desempeñando es auténtico, es honesto, no tiene fronteras; me preparé para ser educadora y lo sigo haciendo porque creo que mis alumnos lo merecen.
A mis niños y niñas puedo llegar con el amor de madre, con la dulzura de maestra que dice la verdad e imparte el conocimiento con dedicación y mística, con la seguridad de expresar el valor, la justicia, el respeto, el amor a la libertad. Todo esto con el valor de ser parte de mi querida Organización la UNE.
Seguiré día a día, semana a semana en la cálida aula donde irradia de alegría esperanzadora y tiernas sonrisas, la presencia de mis estudiantes.
Entonces me dedicaré con esmero a enseñar las Matemáticas a través del juego compartido, para que la multiplicación y la división sean equitativas y coherentes con las necesidades del pueblo.
En lenguaje buscaré el vocabulario que permita a hombres y mujeres comunicarse con respeto y armonía, y no hacer de la palabra un arma para ofender, humillar y enfrentarse unos con otros.
En los Estudios Sociales recordaré la resistencia de Rumiñahui, al ilustre Montalvo maestro de maestros, a Eugenio y Manuela Espejo mentalizadores de la independencia, a Rosita Paredes, Milton Reyes, Jaime Hurtado como luchadores populares y bregaré para no olvidar a los vende patrias, a los dictadores, a Durán Ballén, Bucaram, Mahuad, Febres Cordero, Gutiérrez y otros.
Las Ciencias Naturales nos permitirán valorar y conservar nuestras riquezas para ponerlos al servicio de los pobres que sumamos millones, mientras los ricos son unos cuantos y acaparan las riquezas del país.
Debo seguir siendo maestr@: porque nuestros estudiantes necesitan que se de respuestas claras y precisas a las siguientes interrogantes:
¿Por qué siendo el Ecuador un país rico, el 80% de sus habitantes somos pobres?
¿Por qué nuestros padres de familia han tenido que emigrar?
¿Por qué la revolución ciudadana se debe realizar dejando a miles de maestros sin cargo y engrosando las filas la desocupación?
¿Por qué los trabajadores y obreros deben renunciar a la organización sindical siendo este el único medio que permite la lucha por la defensa de sus derechos?
Entonces en ese instante, como el cemento que une los ladrillos para tener una construcción sólida así en mi mente se profundiza más la idea: seré la maestra que mí Patria necesita, seré la maestra que no se doblega ante los avatares del diario trajinar y que no teme a la evaluación.
Seguiré siendo maestra para saludar a los valientes profesores del litoral haciendo uso de la resistencia.
Seguiré siendo maestra para defender la educación fiscal, laica, gratuita y de calidad y seguiré siendo maestra unionista para empuñar la bandera roja de la UNE y continuar dando nuestro contingente en la defensa de la dignidad del magisterio ecuatoriano.
Silvia Martínez Parra
Pues claro que quiero seguir siendo maestr@: Ni la distancia de la escuela rural, ni las torrenciales lluvias del crudo invierno, tampoco el sol incandescente de verano me hicieron pensar siquiera renunciar a mi profesión.
Lo vivido en los últimos meses cuando el Presidente y el Ministro de Educación se han dirigido hacia nosotros con los términos más duros, ofensivos y descomedidos haciendo que los medios de comunicación lo repitieran en los noticieros de la mañana, medio día y noche, tanto televisivos, radiales y escritos; que incidieron en los cerebros y corazones de un gran número de ciudadanos que fueron bombardeados por las mentiras, incubando la idea de que “los maestros no quieren ser evaluados, los maestros no quieren ser evaluados”.
Nada de esto ha logrado que pase por mi mente “si quiero o debo dejar de ser maestr@”. Al contrario lo he recibido como una tormenta más que pasa por mi vida y me digo en voz baja pero convencida y llena de rebeldía que nada ni nadie, ni hoy ni mañana ni nunca me harán dudar ni cambiar de opinión. Soy maestra por que así lo decidí, por que amo a los niños y jóvenes de mi querido Ecuador y por que estoy segura de que el papel que he venido desempeñando es auténtico, es honesto, no tiene fronteras; me preparé para ser educadora y lo sigo haciendo porque creo que mis alumnos lo merecen.
A mis niños y niñas puedo llegar con el amor de madre, con la dulzura de maestra que dice la verdad e imparte el conocimiento con dedicación y mística, con la seguridad de expresar el valor, la justicia, el respeto, el amor a la libertad. Todo esto con el valor de ser parte de mi querida Organización la UNE.
Seguiré día a día, semana a semana en la cálida aula donde irradia de alegría esperanzadora y tiernas sonrisas, la presencia de mis estudiantes.
Entonces me dedicaré con esmero a enseñar las Matemáticas a través del juego compartido, para que la multiplicación y la división sean equitativas y coherentes con las necesidades del pueblo.
En lenguaje buscaré el vocabulario que permita a hombres y mujeres comunicarse con respeto y armonía, y no hacer de la palabra un arma para ofender, humillar y enfrentarse unos con otros.
En los Estudios Sociales recordaré la resistencia de Rumiñahui, al ilustre Montalvo maestro de maestros, a Eugenio y Manuela Espejo mentalizadores de la independencia, a Rosita Paredes, Milton Reyes, Jaime Hurtado como luchadores populares y bregaré para no olvidar a los vende patrias, a los dictadores, a Durán Ballén, Bucaram, Mahuad, Febres Cordero, Gutiérrez y otros.
Las Ciencias Naturales nos permitirán valorar y conservar nuestras riquezas para ponerlos al servicio de los pobres que sumamos millones, mientras los ricos son unos cuantos y acaparan las riquezas del país.
Debo seguir siendo maestr@: porque nuestros estudiantes necesitan que se de respuestas claras y precisas a las siguientes interrogantes:
¿Por qué siendo el Ecuador un país rico, el 80% de sus habitantes somos pobres?
¿Por qué nuestros padres de familia han tenido que emigrar?
¿Por qué la revolución ciudadana se debe realizar dejando a miles de maestros sin cargo y engrosando las filas la desocupación?
¿Por qué los trabajadores y obreros deben renunciar a la organización sindical siendo este el único medio que permite la lucha por la defensa de sus derechos?
Entonces en ese instante, como el cemento que une los ladrillos para tener una construcción sólida así en mi mente se profundiza más la idea: seré la maestra que mí Patria necesita, seré la maestra que no se doblega ante los avatares del diario trajinar y que no teme a la evaluación.
Seguiré siendo maestra para saludar a los valientes profesores del litoral haciendo uso de la resistencia.
Seguiré siendo maestra para defender la educación fiscal, laica, gratuita y de calidad y seguiré siendo maestra unionista para empuñar la bandera roja de la UNE y continuar dando nuestro contingente en la defensa de la dignidad del magisterio ecuatoriano.
Silvia Martínez Parra