Bolivia, 1 de enero de 2011 (CEP).- La contundente movilización popular realizada el jueves 30 en casi todo el país frenó el Decreto 748, conocido como gasolinazo, que cuatro días antes había lanzado Evo Morales en contra de la economía de los sectores más pobres del país y en beneficio de las transnacionales petroleras.
Al finalizar el jueves 30, día de la contundente movilización popular contra el gasolinazo de Evo, el ministro de Gobierno Sacha Llorenti afirmó que “Bolivia estuvo casi en la normalidad”, habló de “pequeños grupos aislados” protestando y acusó a los manifestantes de vandalismo y delincuencia. Igualmente Evo Morales dijo que las movilizaciones estuvieron formadas por pequeños grupos “sospechosos”. La versión oficial de las autoridades del gobierno fue que se trató de una movilización no masiva, motivada políticamente por sectores de oposición, en particular por el Movimiento Sin Miedo que habría pagado a los manifestantes. El viernes 31 a las 10 de la noche, Evo Morales anunció en un mensaje a la nación que luego de escuchar al pueblo, dejaba sin efecto el decreto de gasolinazo y todas sus medidas complementarias.
En los hechos el gobierno no obtuvo ningún apoyo de la población. Evo Morales trató de imponer su reaccionaria medida, pero ésta fue contenida por la movilización popular que amenazaba con crecer a niveles mayores para la semana siguiente. Los dirigentes mineros, fabriles, maestros, juntas de vecinos, sectores campesinos e incluso algunos sectores cocaleros estaban preparando protestas, entre ellas una marcha a la sede de gobierno (La Paz), para derrotar el decreto. Las distintas marchas del jueves habían pedido no solo la anulación de decreto sino la renuncia de Morales, a quién acusaron de traidor. Esta acción derrotó al decreto neoliberal que buscaba mejorar las condiciones de inversión para las empresas transnacionales petroleras.
Los sucesos acontecidos nos dejan varias cosas importantes.
- El movimiento popular ha podido ver con claridad el carácter del gobierno y su sometimiento al capital transnacional, a las petroleras, que fueron la verdadera razón para el gasolinazo.
- Los acontecimientos han puesto al descubierto a los dirigentes adictos al gobierno, que una vez más traicionaron a sus bases para alinearse con el oficialismo. Estos dirigentes fueron rechazados ampliamente y rebasados por sus bases, incluso en un sector duro como el cocalero.
- Se ha puesto en evidencia el carácter de semicolonia de nuestro país. El imperialismo, a través de las petroleras, hizo sentir su poder y mostró que la “nacionalización” está a merced de sus intereses. El Estado boliviano no tiene control ni capacidad de producción en carburantes, el país depende de las transnacionales para esto. Bolivia no es el “Estado soberano” que dice el MAS y el llamado “proceso de cambio”, defendido por los ideólogos del MAS y todos los oportunistas y revisionistas, no es ningún “proceso de transición” al socialismo.
Evo Morales, después de retractarse en sus medidas, dijo que volvemos a la situación anterior al gasolinazo. No es así. La confianza y la esperanza que aún guardaban los sectores populares en su gobierno han sido fracturadas. Al gobierno no le será fácil recuperarlas, la demagogia ya no alcanzará para esto. A los sectores populares y, en particular, a los organizados les vienen otros desafíos y retos. Ha sido una victoria, pero se vienen muchas batallas. La lucha por el aumento salarios será una de las primeras y pondrá nuevamente en evidencia que el “proceso de cambio” no son más que un montón de reformas dentro del sistema, que no apuntan a romperlo sino a perpetuarlo.
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