Tomado: editorial En Marcha 1480
La dirigencia de la CONAIE se encuentra en la picota; miradas de todos los lados se posan en ella en actitud de reclamo, de desconfianza o de extrañeza tras conocerse que tres de sus dirigentes, entre ellos su vicepresidente Miguel Guatemal, se reunieron en días pasados con integrantes de la Junta Cívica de Guayaquil, instrumento de la más rancia oligarquía guayaquileña.
Sea que esta reunión se produjo por iniciativa de la Junta Cívica o por pedido de la Conaie, se trata de un grave error político que no solo mancha la imagen de esa organización, sino también de quienes, desde posiciones de izquierda y progresistas, se han mostrado críticos frente al gobierno, porque se ese acontecimiento está utilizando como una supuesta demostración de que la derecha manipula a las organizaciones populares.
Quienes han mantenido esas reuniones han entregado armas para que se desprestigie y desnaturalice la postura de independencia definida por la misma Conaie frente al gobierno, por lo que es una necesidad y una obligación de esa organización tomar cuentas a quienes así han actuado, a fin de precautelar su unidad interna y la política que desarrollan frente al gobierno. Si no se adoptan medidas enérgicas quedará una duda sobre el comportamiento político de toda la dirección de la Conaie.
Sin duda se trata de una trampa tendida por la derecha que ahora profusamente difunde tales acercamientos con el propósito de crear desconfianza en el movimiento popular ecuatoriano. La dirigencia indígena debe profundizar la política definida en su última reunión en Ambato, en la que se plantea la necesidad de llevar adelante un proyecto de unidad con los trabajadores, el magisterio, la juventud y otros sectores populares, en lo que esa organización ha denominado como unidad plurinacional.
La resistencia y el combate a los elementos de la política gubernamental que contrarían los intereses de los pueblos del Ecuador no pueden llevar, de ninguna manera, a pensar que se puede hacer un frente con la derecha, con los enemigos de los trabajadores y el pueblo. La independencia política expresa una independencia de clase, es decir, defender y luchar por los intereses populares, combatir la derechización del gobierno y, al mismo tiempo, enfrentar a las clases dominantes y al imperialismo, principales enemigos de los trabajadores y de los cambios revolucionarios.