viernes, marzo 05, 2010

Infantilismo en Carondelet

Editorial del Semanario En Marcha, edición 1477

Marlon Santi, presidente de la CONAIE, ha dicho que Rafael Correa está enfermo de odio y de poder. Así es como el movimiento indígena mira la conducta política del presidente de la república; y no les falta razones, en el informe semanal presentado en Mera, Correa arremetió contra los dirigentes de la CONAIE denotando racismo y revanchismo.

Si en otras ocasiones el presidente ha calificado de infantiles o infantilismo el comportamiento de dirigentes de varias organizaciones sociales del país, ahora ese calificativo calza perfectamente en él. ¿Cómo entender ese afán de Correa en pelearse con el movimiento popular organizado, en condiciones en que la derecha ha iniciado una ofensiva política en su contra y el descontento popular crece por el incumplimiento de ofrecimientos y por una gestión que en algunos aspectos poco se diferencia de la aplicada por gobiernos anteriores?

Por cálculo político y sobre todo por lo que este gobierno dice ser (representante de los intereses populares), debería escuchar las demandas y aspiraciones del pueblo. Mal hace Correa en querer poner en el mismo plano la protesta de Nebot con los reclamos de los sectores populares. Si en realidad Correa cree en lo que dice, estaríamos frente a un gobierno incapaz de diferenciar los fenómenos políticos y la naturaleza de los actores sociales, lo cual resulta muy peligroso para él mismo y, por supuesto, para quienes confiaron en que éste podía ser un gobierno claro en sus propósitos y en sus blancos.

Cuando Nebot convocó a su concentración demandando rentas para Guayaquil, el gobierno gastó miles de dólares para demostrar que ese alcalde no tenía razón y que había entregado lo justo; ahora -como cuando ocurrió el paro de la UNE- llama a levantarse en contra de quienes protestan desde el lado de los intereses populares. Ese es el peligro que se cierne desde un gobierno que no diferencia lo progresista de lo reaccionario, lo popular de lo oligárquico.

El infantilismo político es desastroso para los proyectos sociales y su fuente de origen está en la extracción de clase de quienes lo encarnan.