Por: German Leyéns
Se llaman ONG –organizaciones no gubernamentales– pero la descripción es engañosa en el mejor de los casos, o una mentira total generada por agencias de inteligencia en el peor.
De hecho, casi todas las ONG de desarrollo reciben gran parte de su financiamiento de gobiernos y por su parte siguen políticas y prioridades gubernamentales. Aunque esto fue siempre así, se ve más claro en el caso del gobierno conservador canadiense de Stephen Harper, que carece de la sagacidad y sutileza del Partido Liberal que por lo menos financió una cierta actividad “opositora” para dar a las ONG un barniz de independencia.
El ejemplo de la ONG llamada Alternatives ilustra bien esos aspectos. Este grupo, que tiene vínculos con la comunidad progresista en Canadá y Quebec, ha realizado un cierto trabajo útil en Palestina y Latinoamérica. Pero, a fines de 2009, la Agencia de Desarrollo Internacional Canadiense [CIDA] no renovó unos 2,4 millones de dólares en financiamiento para Alternatives, basada en Montreal. Después de que hubo presión política, Ottawa dio parcialmente marcha atrás, otorgando a la organización 800.000 dólares para un período de tres años.
La campaña de Alternatives para obligar a los conservadores a renovar por lo menos parte de su financiamiento, y la reacción de la CIDA, dicen mucho sobre los vínculos cada vez más abiertos entre las ONG de desarrollo internacional y la ocupación militar occidental. Después de los informes sobre los recortes, el jefe de Alternatives, Michael Lambert, trató de congraciarse con responsables conservadores vinculando explícitamente los proyectos del grupo a intervenciones militares canadienses. En un artículo en el que afirma que Alternatives fue “positivamente evaluada y auditada” por la CIDA, Lambert preguntó: “¿Cómo es posible que países como Afganistán o Haití, que están al centro de intervenciones [militares] canadienses [en los que operó Alternatives], hayan dejado de ser esenciales para el gobierno canadiense?”
Después de que la CIDA renovó 800.000 dólares en financiamiento, Lambert cantó victoria. Pero el dinero de la CIDA era sólo para proyectos en Afganistán, Iraq y Haití –tres países bajo ocupación militar-. (El acuerdo prohibió que Alternatives utilizara el dinero para “involucrar” al público y excluyó programas en Palestina y Centroamérica.) Antes de la invasión por tropas occidentales, Alternatives no tenía actividades en esos tres países, lo que provoca las preguntas: ¿Está dispuesta Alternatives a continuar con la ayuda canadiense a cualquier sitio, incluso si la intención es fortalecer la ocupación militar? ¿Qué alternativas tienen incluso ONG “de izquierdas” como Alternatives cuando dependen de financiamiento gubernamental?
Un problema importante para Alternatives y el resto de la comunidad de ONG “progresistas” financiadas por gobiernos es que el dinero de sus benefactores es frecuentemente vinculado a intervenciones militares. Un principio importante de la ayuda canadiense ha sido que donde EE.UU. esgrime su gran garrote, Canadá lleva su porra policial y ofrece una zanahoria. Hablando claro, donde EE.UU. mata, Canadá suministra ayuda.
El modelo de intervención-de-EE.UU.-igual-ayuda-canadiense comenzó durante la Guerra de Corea entre 1950 y 1953, cuando el sur de ese país fue un importante receptor de ayuda canadiense, y lo mismo pasó en Vietnam durante la guerra de EE.UU. en ese país. Después de las invasiones, Iraq y Afganistán fueron los dos máximos receptores de ayuda canadiense en 2003-2004. Desde entonces Afganistán y Haití fueron número 1 y 2.
Para los funcionarios gubernamentales, señala Naomi Klein, las ONG fueron “el ala caritativa de los militares, que limpiaban después de las guerras”. Funcionarios dentro del gobierno de George W. Bush elogiaron especialmente en público el valor de las ONG en las guerras en Afganistán e Iraq. Tres meses después de la invasión de Iraq Andrew Natsios, jefe de USAID y ex director de World Vision, declaró sin ambages: “Las ONG son un brazo del gobierno de EE.UU.” Natsios amenazó con “romper personalmente sus contratos y encontrar nuevos socios” si una ONG se negara a actuar según las reglas de Washington en Iraq, que incluían límites en los contactos con los medios.
ONG internacionales inundaron Iraq después de la invasión y hubo una proliferación de grupos interiores. EE.UU., Gran Bretaña y sus aliados invirtieron decenas de millones de dólares en proyectos dirigidos por ONG. Numerosas ONG canadienses, como Oxfam Quebec y Alternatives, fueron atraídas a Iraq ocupado por los 300 millones de dólares que la CIDA gastó para apoyar la ocupación y reconstrucción extranjeras.
En la preparación para la invasión de Afganistán, el secretario de Estado de EE.UU. Colin Powell explicó: “Hablo en serio al asegurarme de que tengamos la mejor relación con ONG que son un semejante multiplicador de fuerzas para nosotros y una parte tan importante de nuestro equipo de combate”.
De unas pocas docenas antes de la invasión, una cantidad impresionante de 2.500 ONG internacionales operaban en Afganistán después de tres años de ocupación. Constituyen una fuente importante de inteligencia. En abril de 2009, el representante especial de EE.UU. para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, dijo a Associated Press que la mayor parte de su información sobre Afganistán y Pakistán proviene de organizaciones de ayuda.
Los militares de Canadá también trabajan en estrecha relación con ONG en Afganistán. Un informe parlamentario de 2007 explicó que algunas ONG “actúan en íntima relación con el apoyo militar que ya existe en el terreno”. Otro informe del gobierno señaló que el pelotón de “Cooperación Civil-Militar (CIMIC) compuestos por soldados de la Reserva del Ejército organiza reuniones con autoridades locales y ONG internacionales para determinar si necesitan ayuda de seguridad”. Algunas ONG canadienses incluso participaron en la instalación de entrenamiento para el despliegue previo a Afganistán en Wainwright Alberta.
Mientras los liberales de Paul Martin aumentaban la presencia militar de Canadá en Afganistán, publicaron una Declaración de Política Internacional. Según la declaración de 2005, “la imagen que captura el entorno operacional actual de las Fuerzas Canadienses” es “la guerra de tres bloques”, que incluye un papel en la reconstrucción de las ONG. En el tercer y último bloque de la “guerra de tres bloques”, los soldados trabajan junto a las ONG y los civiles para arreglar lo que se ha destruido. (El primer bloque es de combate mientras el segundo bloque incluye las operaciones de estabilización).
El personal militar canadiense ha vinculado repetidamente el trabajo de desarrollo con el esfuerzo de contrainsurgencia. “Es un instrumento útil de contrainsurgencia”, es la descripción del trabajo de la CIDA en Afganistán utilizada por el teniente coronel Tom Doucette, comandante del equipo provincial de reconstrucción de Canadá. Por ejemplo, a veces se otorgó ayuda al desarrollo a comunidades a cambio de información sobre combatientes. Después de que una bomba al borde de la carretera estallara contra su convoy en septiembre de 2009, el general canadiense Jonathan Vance pasó 50 minutos reprendiendo a los ancianos de la aldea por no haber impedido el ataque. “Si nos siguen haciendo volar por los aires en las carreteras”, les dijo, “voy a dejar de realizar desarrollo.”
Si incluso una ONG “progresista” como Alternatives puede ser llevada a trabajar como instrumento de los militares, ¿no deberíamos por lo menos encontrar una mejor descripción que organización “no gubernamental”?