Santiago Pérez y otros encuestadores aparecieron en la última recta de la campaña electoral, como lo han venido haciendo en los últimos procesos electorales, es decir, como actores políticos claves: le muestran a la gente datos de estudios supuestamente infalibles, que dicen cuál de las propuestas en disputa será la ganadora. La gente, en función de lo que Noel de Newman llama “la espiral del silencio”, escucha y asume posición por los ganadores. Es sencillo, a nadie le gusta sentirse aislado, excluido o mucho menos le gusta sentirse un perdedor, por ello, al momento de escuchar a los encuestadores decide su voto.
Es particularmente importante esto debido a que en el Ecuador, al caminar en la calle, al dialogar con los transportistas, con los vecinos, en la familia, etc., existe una mayoría que expresa su verdadero deseo: votar por el NO. Por dos razones: o porque no entiende lo que le están planteando con esos textos raros y siente que está siendo manipulada, o porque simplemente ha perdido la confianza que antes tuvo en el Presidente de la República y su gobierno, que traicionaron el proyecto político por el cual fueron electos. Pero los datos de las encuestas muestran lo contrario…
Para quien ha estado atento o participando en la campaña es evidente que el respaldo a la “revolución ciudadana” ya no es el mismo, es más, no solo que hay desdén o decepción en los rostros de quienes ven a los militantes de Alianza País o a su líder, sino que hay incluso indignación. Son tres personas las que el Presidente ha ordenado detener o agredir (o a quienes él ha agredido personalmente) durante esta campaña electoral. Ahora aparece una cadena de televisión que argumenta que hay una orientación malévola de fuerzas oscuras que intentan provocar al Primer mandatario… Falso. Lo que existe es un síntoma importante e incontrolable entre los ecuatorianos: se va perdiendo el miedo, se impone la dignidad, la altivez, la honestidad.
Al cerrar esta edición constatamos que el crecimiento de la tendencia del NO genera desde ya un golpe político importante contra el gobierno, tanto que la desesperación se ha hecho presente. Ahora cada ministro pide entrevistas en los medios para hablar sobre la consulta, se contratan empresas desde el Ministerio de Cultura con procesos oscuros y de manera apurada, para que organicen grandes presentaciones artísticas en medio de la campaña del gobierno, se sale a pintar las paredes, etc. En el Consejo Nacional Electoral, Omar Simons mueve todo para impedir que se difundan exit polls, en una medida que podría ocultar un resultado negativo para el régimen y que daría tiempo a lo que se ha venido denunciando como una posibilidad: el fraude.
La campaña, en general, ha servido de manera importante para que los ecuatorianos hagamos un balance general del proceso de derechización que ha experimentado el régimen y que ha llegado a su conclusión en el 2010, para mantener presentes los hechos de corrupción pasados y los que a cada momento aparecen en el régimen, para que el Presidente, sintiéndose acorralado pierda los estribos y muestre su verdadero rostro, distinto al que exhibe en los comerciales de televisión. Esta campaña ha servido para fortalecer la unidad de los sectores populares, unidad a la cual se han incorporado otras fuerzas democráticas que antes estaban con el gobierno y ahora lo denuncian como un traidor. Ha servido para mirar de rostro entero a la derecha reaccionaria, que con el silencio cómplice ha permitido que el SÍ acumule puntos.
Luego de la consulta queda un Ecuador por rescatar, no solo de la delincuencia, la pobreza y la dependencia, sino también de la prepotencia y la concentración de poderes en el gobierno.