miércoles, febrero 02, 2011

Limpieza social en la Universidad Central del Ecuador

¡Increíble! Pero era cierto. El rector de la mayor academia del país justificaba el cierre de una escuelita de doscientos diez niños (y treinta y nueve años de vida) que tuvieron el honor de educarse en el interior de la Universidad. Dos argumentos aducía, el uno peregrino, el otro macabro.

El primero, que no es función de la universidad la educación escolar, como tampoco la educación media, dijo. Tampoco es la salud, no lo es el cuidado de animales, tampoco los exámenes de resistencia de materiales, sin embargo en las universidades existen laboratorios, servicios médicos y odontológicos, hospitales, etc., donde los estudiantes realizan prácticas de formación profesional. ¿Y los colegios y la escuelita, acaso no constituyen laboratorios para las prácticas de formación docente de los estudiantes en su calidad de maestros?

El segundo argumento aduce que los niños en la escuelita recibían formación política y que desde la intervención de las autoridades de la academia, en esos centros escolares, las calles se encontraban limpias, sin piedras (se refería, claro, a que ya se habían terminado las manifestaciones estudiantiles) Es decir, se había castrado a los estudiantes, el ímpetu juvenil, su insatisfacción y natural inclinación de revelarse a la injusticia. Y así, una vez castrados, eliminaron definitivamente sus aulas y los dejaron fuera. Ya una madre de familia ¡tenía que ser madre! denunció en la televisión que las autoridades procedieron inicialmente a cerrar los sanitarios de los niños, que fueron obligados y en vergüenza a realizar sus necesidades en su humilde ropita limpia a jabón y manos de madre pobre; y luego se eliminó la colación escolar, el desayuno que reforzaba el agua de azúcar diario con el que se levantaban temprano para acudir a su amada escuelita, que ellos mismo le pusieron apellido, “Odilo…” se llamaba, y ellos le incorporaron “del pueblo”, en honor de su procedencia.

Esta procedencia, esos apellidos nacidos en las barriadas altas de la chorrera, de las quebradas de Cruz loma, de Toctiuco, de las alturas de San juan, del tope final de Las casas, en fin, de piel curtida y tiñosa, llena de marcas de quemaduras e infecciones cicatrizadas; apellidos hechos por sus padres, dignos o no, ellos no tienen la culpa, pero de ellos son orgullosos y de su universidad que les brindó afecto a través de sus profesores hora estigmatizados de políticos y terroristas, por tener un vinculo con su conciencia y un compromiso con su pueblo. Esto es lo que realmente incomoda y abomina al baboso rector, quien expulsa abundante sialorrea, cada vez que frenético arremete contra los políticos de la universidad y en cambio, adula a los suyos, a los conocidos como “socios listos”.

¿Y QUE DIRÁN LOS JUZGADOS DE PROTECCIÓN DE LA NIÑEZ, LA VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, LA UNICEFF. O SE QUEDARÁN CALLADOS?