Las guerras son precedidas de una intervención y propaganda cara a la opinión pública que trata de justificar las acciones del atacante y criminalizar a la víctima de aquél.
Las declaraciones previas, la estigmatización del potencial atacado y la preparación del discurso ideológico son fundamentales.
En el ataque israelí a Gaza, no hay sorpresa en la distribución de las cartas. Quizá, en esta ocasión, por si no estuviéramos ya escarmentados, que ciertos personajes que se consideraban iban a ocupar un rol ‘neutral’, quizá hipócrita, pero guardando ‘los papeles’, han contribuido en apoyo de la opción sionista más mortífera.
Hay que destacar la coincidencia de las declaraciones de diversos mandatarios, todos ellos culpabilizando al Gobierno palestino (democrático) que está en Gaza, actualmente llevado por Hamás, empezando por el Presidente palestino Mahmoud Abbas. Pero también, en el mercado local, el inefable Ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, con un antiguo oficio de Enviado Especial de la Unión Europea para ayudar a la resolución pacífica del ‘conflicto’. El bombardeo israelí, naturalmente indiscriminado, con centenares de víctimas, con destrucción de infraestructuras, es por causa, según ellos, de la denuncia de Hamas de una tregua y obvian que Israel con el mantenimiento del bloqueo y sus ataques periódicos la orillaba permanentemente.
La presidencia palestina, las chancillerías occidentales, con el experto Moratinos a la cabeza, el Gobierno de Egipto (y demás) asumen el planteamiento israelí y no insertan en su acción política (y discursiva) que Israel incumple la legalidad internacional.
Porque el bombardeo es la penúltima escala de su complicidad y culpabilidad del asedio de Gaza. Son cómplices y culpables de las primeras 270 muertes que el bloqueo ha ocasionado. Son cómplices y culpables de la ‘normalización’ de la ocupación y aceptar la impunidad israelí.
La lógica de no revertir la ocupación israelí y su desinterés en hacer cumplir la legalidad internacional, las Resoluciones de las Naciones Unidas, el Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el Muro que conllevarían una paz justa y por el contrario premiar al ocupante como se ha hecho recientemente por parte del Consejos de Ministros Europeos (saltándose la suspensión acordada por el Parlamento Europeo), les ha llevado a saltarse el mínimo decoro de intentar vestir su incoherencia con llamamientos etéreos como en otras ocasiones. Ahora, se han destapado y utilizando todo el resorte propagandístico han repetido y señalado al culpable, Hamas. Después, sí, la letanía de ‘alto el fuego’ (sin mencionar el bloqueo del que son cómplices), la desproporcionalidad (sin resaltar que los Gobiernos occidentales compran y venden armas a Israel, -engrasando la industria y la economía de guerra- hacen maniobras a través de la OTAN con un Estado invasor) y mostrar su interés en ofrecer ayuda humanitaria ( a no ciudadanos, con posibilidad de ejercer derechos, sólo a ‘cosas’ que respiran y tienen hambre, pero que seguirán en su malvivir hasta que asuman la preeminencia del sionismo en su tierra).
En la actual coyuntura, con una Autoridad Palestina que parece conformarse de facto con limitados bantustanes como supuesto Estado, sin vuelta de refugiados y una complicidad de los Gobiernos occidentales, no sólo de Estados Unidos, sino de toda la Unión Europea, es obligado que no haya desánimo ante el tamaño del desafío de cambiar la situación y que la rabia se disperse en iniciativas de escaso recorrido y seguimiento.
Las propuestas, además de las lógicas manifestaciones en donde se señalen los causantes y cómplices más directos, Embajadas de Israel, Egipto, representación de la Unión Europea y Gobierno español, deben de ir encaminadas a fortalecer la Campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones que la sociedad civil palestina y las redes de solidaridad están tejiendo, para desenmascarar la política de apartheid, la colonización y esquilmación sionista. En ella, hay que incidir en los respectivos poderes económicos, políticos, culturales que por acción y omisión están ayudando a la barbarie. Desenmascarar, con paciencia, a esos sujetos políticos equidistantes y cómplices del aplastamiento del pueblo palestino.
Las declaraciones previas, la estigmatización del potencial atacado y la preparación del discurso ideológico son fundamentales.
En el ataque israelí a Gaza, no hay sorpresa en la distribución de las cartas. Quizá, en esta ocasión, por si no estuviéramos ya escarmentados, que ciertos personajes que se consideraban iban a ocupar un rol ‘neutral’, quizá hipócrita, pero guardando ‘los papeles’, han contribuido en apoyo de la opción sionista más mortífera.
Hay que destacar la coincidencia de las declaraciones de diversos mandatarios, todos ellos culpabilizando al Gobierno palestino (democrático) que está en Gaza, actualmente llevado por Hamás, empezando por el Presidente palestino Mahmoud Abbas. Pero también, en el mercado local, el inefable Ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, con un antiguo oficio de Enviado Especial de la Unión Europea para ayudar a la resolución pacífica del ‘conflicto’. El bombardeo israelí, naturalmente indiscriminado, con centenares de víctimas, con destrucción de infraestructuras, es por causa, según ellos, de la denuncia de Hamas de una tregua y obvian que Israel con el mantenimiento del bloqueo y sus ataques periódicos la orillaba permanentemente.
La presidencia palestina, las chancillerías occidentales, con el experto Moratinos a la cabeza, el Gobierno de Egipto (y demás) asumen el planteamiento israelí y no insertan en su acción política (y discursiva) que Israel incumple la legalidad internacional.
Porque el bombardeo es la penúltima escala de su complicidad y culpabilidad del asedio de Gaza. Son cómplices y culpables de las primeras 270 muertes que el bloqueo ha ocasionado. Son cómplices y culpables de la ‘normalización’ de la ocupación y aceptar la impunidad israelí.
La lógica de no revertir la ocupación israelí y su desinterés en hacer cumplir la legalidad internacional, las Resoluciones de las Naciones Unidas, el Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el Muro que conllevarían una paz justa y por el contrario premiar al ocupante como se ha hecho recientemente por parte del Consejos de Ministros Europeos (saltándose la suspensión acordada por el Parlamento Europeo), les ha llevado a saltarse el mínimo decoro de intentar vestir su incoherencia con llamamientos etéreos como en otras ocasiones. Ahora, se han destapado y utilizando todo el resorte propagandístico han repetido y señalado al culpable, Hamas. Después, sí, la letanía de ‘alto el fuego’ (sin mencionar el bloqueo del que son cómplices), la desproporcionalidad (sin resaltar que los Gobiernos occidentales compran y venden armas a Israel, -engrasando la industria y la economía de guerra- hacen maniobras a través de la OTAN con un Estado invasor) y mostrar su interés en ofrecer ayuda humanitaria ( a no ciudadanos, con posibilidad de ejercer derechos, sólo a ‘cosas’ que respiran y tienen hambre, pero que seguirán en su malvivir hasta que asuman la preeminencia del sionismo en su tierra).
En la actual coyuntura, con una Autoridad Palestina que parece conformarse de facto con limitados bantustanes como supuesto Estado, sin vuelta de refugiados y una complicidad de los Gobiernos occidentales, no sólo de Estados Unidos, sino de toda la Unión Europea, es obligado que no haya desánimo ante el tamaño del desafío de cambiar la situación y que la rabia se disperse en iniciativas de escaso recorrido y seguimiento.
Las propuestas, además de las lógicas manifestaciones en donde se señalen los causantes y cómplices más directos, Embajadas de Israel, Egipto, representación de la Unión Europea y Gobierno español, deben de ir encaminadas a fortalecer la Campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones que la sociedad civil palestina y las redes de solidaridad están tejiendo, para desenmascarar la política de apartheid, la colonización y esquilmación sionista. En ella, hay que incidir en los respectivos poderes económicos, políticos, culturales que por acción y omisión están ayudando a la barbarie. Desenmascarar, con paciencia, a esos sujetos políticos equidistantes y cómplices del aplastamiento del pueblo palestino.