Editorial del semanario En Marcha
De la concentración organizada por el gobierno el pasado 15 de octubre puede hacerse varias lecturas. No nos referimos a precisar si fueron 30 mil asistentes como se dijo ese día en la televisión pública o si fueron 50 mil como al día siguiente dijo Correa en su cansina sabatina; tampoco si cobraron diez o quince dólares cada uno de los participantes, o si la multa para los empleados públicos era de veinte o cincuenta dólares. Nos referimos a lo que demuestra el mencionado acto.
Primero. La izquierda ecuatoriana no está con el gobierno. Con él están solamente la facción del Partido Socialista compuesta por empleados públicos que tomaron casi a la fuerza la dirección del partido en su última asamblea nacional. Y se trata de conocidos personajes que, igualmente, han servido a otros gobiernos. A la final, lo que les importa son sus sueldos. También está el minúsculo partido revisionista, Partido ‘Comunista’ del Ecuador (PCE), que en la década del 70 quería convencer al pueblo que la dictadura militar de Rodríguez Lara era “nacionalista y revolucionaria”, el mismo que trabajó con el gobierno de Rodrigo Borja y estuvo con Lucio Gutiérrez hasta que los botó del gobierno. Partido al servicio de la burguesía que hoy cumple la función de francotirador en contra de la izquierda revolucionaria.
Salvo esas dos organizaciones, el resto de movimientos y partidos de izquierda o mantienen una posición de independencia política frente a él, o han se han declarado en oposición.
Segundo. El movimiento popular organizado está fuera del control gubernamental, es decir, las centrales sindicales, organizaciones estudiantiles, del magisterio, indígenas, etc. Para suplir esa falencia el gobierno busca vender la idea de que los “sectores sociales” lo apoyan.
Tercero. La concentración no cubrió las expectativas que el gobierno e inclusive la derecha tenían. La propaganda oficial dijo que el día 30 de septiembre, en Quito, se movieron cien mil personas para defender al gobierno, cosa que no ha sido comprobada, pues, el gobierno experimentado en el manejo de medios no ha mostrado una foto o una imagen de video de ello, y ahora hacen una concentración inferior a lo que ellos se propusieron, y trayendo gente de todo el país.
Cuarto. Un gran debilidad del gobierno es su poca capacidad de movilización de masas. Se evidenció el 30 de septiembre y se ratificó el 15 de octubre, por eso ahora hablan nuevamente de la constitución de los CDRC (Comités de Defensa de Rafael Correa)
Quinto. El gobierno sabe que el discurso oficial respecto de un supuesto golpe de Estado, secuestro e intento de magnicidio va perdiendo asidero, tanto es así que la intervención de Correa giró exclusivamente en torno a ello.