lunes, septiembre 29, 2008

El pueblo ratifica su vocación de cambio

Editorial del Semanario En Marcha

Los trabajadores y pueblos del Ecuador, las organizaciones populares, progresistas y de izquierda han conquistado una nueva victoria ideológica y política en el referéndum del pasado 28 de septiembre, han propinado una dura derrota a la oligarquía y al imperialismo, a las posiciones de derecha y pseudoizquierdistas que levantando las banderas del No y el voto nulo, pretendieron impedir que el pueblo dé un nuevo paso adelante en la lucha por la conquista de una patria nueva.

Un importante sector de nuestro pueblo votó Sí tras participar en debates y discusiones respecto del contenido de la nueva Constitución, y no únicamente por influencia de la publicidad gubernamental, como ahora pretenden explicar los analistas burgueses.

La contundente victoria del SÍ expresa el desarrollo de la conciencia política de los trabajadores y pueblos, la fortaleza para resistir una agresiva campaña de la derecha que pretendió manipular elementos sensibles y religiosos, que tuvo en las cúpulas de las iglesias a unos de los principales protagonistas de una campaña de evidente contenido anticomunista.

Ellos, junto al socialcristianismo encarado en la acción de Jaime Nebot, el Partido Sociedad Patriótica de los hermanos Gutiérrez, la Democracia Cristiana hoy representada por Diego Ordóñez, el PRIAN del oligarca Álvaro Noboa, los representantes de las cámaras empresariales, como Blasco Peñaherrera de la Cámara de Comercio de Quito, los comensales de ONGs internacionales como César Montúfar, los grandes medios de comunicación, entre otros, son los derrotados en este proceso político. Su ofensiva política archireaccionaria distorsionadora de la verdad no produjo el resultado esperado; el pueblo sobrepasó la mentira y votó por el cambio, contra el neoliberalismo, contra el pasado de oprobio por estos representado.

Este proceso estuvo matizado por una aguda confrontación ideológica y política; la lucha de clases ha tenido una intensa dinamia y una clara agudización. La culminación del proceso aprobatorio de la Constitución y la aceptación que la oligarquía ha hecho de los resultados no rebaja, y menos lo hará en el futuro, la confrontación de clases. Esta es “apenas” una batalla más, y la vigencia de la nueva Constitución marca el inicio de un nuevo periodo de intensa acción política que tendrá como uno de sus elementos la discusión y aprobación de un conjunto de normas legales que viabilicen el contenido de muchos preceptos y principios establecidos en la constitución, proceso en el que chocarán los puntos de vista e intereses de las clases trabajadoras, por un lado, y de las clases dominantes y el imperialismo, por otro. La lucha política sigue y tomará nuevo vuelo.

Este resultado afirma en nuestro pueblo la confianza en su accionar político, en sus capacidades y potencialidades; consolida la tendencia democrática, progresista y de izquierda; apuntala al gobierno de Rafael Correa y de manera particular a éste; crea condiciones ideológicas y políticas para una más intensa participación popular en la vida y quehacer políticos del país. La izquierda revolucionaria culmina esta batalla como uno de los sectores más consecuentes comprometidos con el Sí, con el cambio político-social; como uno de los más firmes combatientes contra la oligarquía y el imperialismo.