sábado, agosto 20, 2011

Carta a Dios

Juan Carlos Calomarde García
Tomado de: http://www.tercerainformacion.es


Muy buenas, soy un humilde humano y me dirijo a su suprema deidad (imaginando que solo exista usted) para darle mi opinión de algo que está sucediendo estos días en mi país. Digo darle mi opinión, porque sin duda, en su plena omnipresencia que todo lo ve, ya conocerá la llamada “Jornada Mundial de la Juventud”. Únicamente, que yo sepa, Santa Claus y los Reyes Magos, tienen también ese don de verlo todo.

Resulta que un grupo de selectos jóvenes sin aparentes problemas de dinero, al menos la mayoría de ellos, se han reunido en la capital de mi Estado. Éstos se dedican a pasarlo bien mientras hacen patente un derroche considerable de recursos económicos. Nuestro gobierno asegura que el evento no costará nada al país, pero el sentido común invita a pensar lo contrario. La cantidad de gastos indirectos que genera el evento es algo incuantificable. Ya que, se deben contar con unos niveles de seguridad, limpieza, y transporte (entre otros) que se salen de la cotidianidad. Incluso el Foro de Curas de Madrid integrado, como bien sabe, por los curas de las parroquias más humildes de la ciudad, ha criticado el alto coste de estas jornadas. A su vez señalan lo inapropiado de que grandes empresas como el BBVA, Iberdrola, Telefónica o el Banco Santander patrocinaran el evento. Pero, yo no me preocupo, no creo que los veamos allá arriba, sabemos muy bien que antes pasará un camello por el ojo de un aguja que entrará un rico al reino de los cielos. De todas maneras, desconozco si ahora han incorporado un servicio de compra de plazas celestiales ¡rezo para que el capitalismo no llegue hasta terreno sagrado!

El punto fuerte de estas jornadas es, sin duda, la llegada del Papa de Roma a la capital del reino. Si, España es aún reino, ¿qué opina de nuestro monarca? En teoría es uno de sus representantes en la Tierra, esa es la base que ha justificado históricamente el poder monárquico. Si que es cierto que ahora se trata más de una cuestión de imagen, pero imagino que usted podría rescindirle el contrato cuando quisiera, porque a nosotros se nos niega esa posibilidad. Desde aquí le ruego que le vigile, quizás encuentre cosas en él que no sean de buen cristiano.

Su hijo, Jesucristo, cuando anduvo en el reino terrenal entró a Jerusalén a lomos de un burro y paso la noche al raso bajo un olivo. También expulsó a los mercaderes del templo. ¿Por qué motivo su máximo representante en la Tierra se comporta de un modo tan diferente? Le ruego que me aclare estas contradicciones. Seguro que conoce en que condiciones pernocta cuando abandona su palacio, que según dicen cuenta con un lujo excelso, yo tampoco lo sé porque nunca me invitaron.

Otra cosa que me llama la atención es su vasto dispositivo de seguridad. Yo imagino que él tendrá una extraordinaria fe en usted y por lo tanto en sus poderes divinos. Entiendo que Dios no permitiría que le ocurriera nada malo, entonces ¿Acaso no se fía de su sagrada protección? Eso es una falta de fe grave, yo le bajaría el sueldo, como a los funcionarios, y eso que éstos no hicieron nada para ello. Porque imagino que los obispos, canónigos y demás personalidades serán como funcionarios celestiales ¿no?

Pero, ¿sabe de verdad que me irrita? Que esta casta de funcionarios celestiales nos digan como llegar a su mensaje. Lutero tenía razón en que para llegar al mensaje divino lo mejor es que cada cual lea la Biblia por su cuenta, y se deje de intermediarios. Claro, que de esta manera las contradicciones en la jerarquía eclesiástica se agudizarían más si cabe. Porque como bien se conoce “(…) no se puede servir a Dios y al dinero.

No podría despedirme sin manifestar mi queja ante las brutales cargas que últimamente la policía está llevando a cabo en nuestro territorio. Mientras en otros países el 15M sería visto como un movimiento de liberación ante una dictadura despótica, aquí cada vez más se intenta hacer ver que son una panda de radicales que se divierten causando altercados. Dicho esto, comprendo sinceramente, que deba respetar el libre albedrío y no mandar a sus ángeles para proteger a las personas de las cargas policiales. Pero, estamos convencidos de que la causa es justa, y aquellos jóvenes católicos que contemplaban hace poco, no sin cierto morbo, las palizas que propinaban los policías a muchas personas que se manifestaban por algo que entienden sensato yo les recuerdo, en su mismo idioma a través de las “bienaventuranzas”, que: “Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el reino de los cielos.” De modo que, si esta carta encuentra destinatario, que sepan que seremos nosotros los que estaremos ahí arriba, mientras ellos se abrasan.