Al cabo de 5 años ha quedado claro que el gobierno de Correa ha traicionado el proyecto político por el cual el pueblo ecuatoriano votó. El proyecto correísta representa un modelo autoritario y corrupto de modernización capitalista.
Para legitimar una supuesta imagen de izquierda, el gobierno utiliza un discurso de apariencia radical, pero se trata de un doble discurso. El Estado Plurinacional se ha quedado en los papeles y la propuesta ha sido vaciada de contenido. La economía social y solidaria se reduce a una subsecretaria con una visión marginal y recursos limitados sin avanzar hacia el modelo de desarrollo económico como lo establece la constitución. Los derechos de la naturaleza y los territorios indígenas son reconocidos de palabra, pero el modelo extractivista que el gobierno impulsa los contradice y ataca brutalmente. Se limita las formas precarias de dominación del trabajo como la tercerización y la flexibilización, pero la precarización es trasladada al sector público, quitándoles el derecho de organización, acción sindical y estabilidad laboral; se ataca al movimiento sindical con el pretexto de poner fin a los privilegios, pero se dejan intocados los privilegios del capital. El discurso de inclusión y valorización de las mujeres se contradice con expresiones machistas y patriarcales y una política social que profundiza la división sexual del trabajo. La pretendida democratización de la libertad de expresión encubre la persecución a todo discurso crítico que cuestiona el accionar del gobierno. Sólo existen simulacros de participación social que son utilizados para avalar la política gubernamental. Mientras el discurso del gobierno cuestionó el endeudamiento externo, lo que se ha hecho es cambiar de prestamista; si al inicio se denunció el carácter neocolonial del TLC con Estados Unidos, el gobierno anda ahora empeñado en la firma de un “acuerdo comercial” con la Unión Europea, que sustancialmente no se diferencia en nada de los TLC y sus imposiciones. Se habla mucho de soberanía alimentaria pero se prioriza los agronegocios y la producción para la agroexportación.
Pero la otra realidad es la de los pueblos, los movimientos y organizaciones sociales que hoy resistimos a este modelo así como ayer resistimos al neoliberalismo y que no hemos doblado nuestras espaldas frente al autoritarismo del gobierno. A medida que se evidencia el carácter del gobierno, la confrontación política se agudiza y se activa la movilización social. Aquí están las luchas antimineras, las luchas de los pueblos del manglar, de los pueblos afros y montubios y de los pescadores artesanales, las luchas ambientalistas y ecologistas, las luchas de los maestros y maestras, las luchas estudiantiles, las luchas del movimiento feminista y de la diversidad sexual, las luchas de trabajadoras y trabajadores públicos, las movilizaciones de los pequeños comerciantes, el levantamiento indígena y campesino por el agua y por la tierra, y por la construcción del estado plurinacional, las lucha de los moradores de los barrios populares; allí está el masivo voto NO en la consulta del 7 de mayo.
Con todas estas luchas y movilizaciones estamos se ha producido un nuevo escenario político en el que fortalecemos nuestras organizaciones y nuestras luchas y en el que día a día avanzamos en la construcción de una unidad programática hacia un Estado Plurinacional y nuevas formas de convivencia social.
¡Aquí renace la esperanza! ¡Aquí comienza la revolución de los pueblos!