Editorial del semanario En Marcha
El mundo capitalista se estremece nuevamente, esta vez la crisis económica tiene en el endeudamiento externo su talón de Aquiles. Los jefes de Estado y responsables del manejo económico de los principales países capitalistas del planeta hacen grandes esfuerzos para capear los problemas, llegan a acuerdos que abren nuevas dudas e incógnitas, pero una cosa es clara: como siempre ha ocurrido, los trabajadores seguirán cargando sobre sus espaldas los efectos de la crisis.
Todos coinciden que el default estadounidense podría desencadenar una gran ola que afecte a la economía de todo el planeta. Estados Unidos afronta una situación grave: no puede pagar su deuda, a lo que se une un fenómeno similar en Europa, en donde la crisis de la deuda estalló en varios países meses atrás.
El sistema capitalista entró en un nuevo período de crisis a fines del 2007 aunque se evidenció con mayor fuerza en el 2008 y, a pesar de ligeras o aparentes recuperaciones en determinados renglones de la economía, ésta se mantiene y ahora tiene en vilo a todo el sistema financiero. La magnitud de esta crisis, su profundidad, permanencia y alcance dejan en claro que vivimos una crisis de carácter estructural.
La búsqueda de soluciones por parte de los jefes de estado de los países imperialistas han puesto al descubierto la contradicciones interimperialistas existentes y, los acuerdos políticos a corto plazo adoptados no han servido más que para ganar tiempo y salvar a uno u otro grupo monopólico.
En Estados Unidos no pudieron encontrar otra medida para afrontar el problema que elevar el techo del endeudamiento de 14.3 a 16.4 billones de dólares, con lo que “legalmente” salen del riesgo de default inminente y, a su vez, reducen el déficit fiscal en 2.4 billones de dólares. Son, en realidad, ajustes hechos en el papel.
En Europa las medidas de orden neoliberal aplicadas desde meses atrás provocaron una respuesta combativa de los trabajadores, la juventud y los pueblos en general, por lo que ahora apuestan a medidas que no aparezcan con el mismo signo.
Los efectos políticos de la crisis económica están a la vista, el descontento de las masas crece y encuentran en la movilización popular una ventana para expresar su descontento. La profundidad o alcance de las medidas de ajuste que apliquen los gobiernos para enfrentar sus problemas económicos dependerán de la magnitud de la movilización y lucha de los pueblos.