La protesta callejera de las masas, la violenta represión policial y las maniobras del gobierno en la Asamblea Nacional caracterizaron el escenario político del país en los días anteriores. Epílogo de ello: una lucha victoriosa, decenas de heridos y más de dos centenares de detenidos, una Ley de Aguas suspendida en su aprobación y un Presidente que no se cansa de insultar a las organizaciones populares y de izquierda.
El movimiento indígena y los estudiantes secundarios fueron los principales actores de estas acciones. Los primeros centraron su lucha en contra de una Ley de Aguas que mantiene elementos privatizadores del líquido vital y no reconoce la conformación de un Consejo Plurinacional; los segundos protestaron por la elevación del precio de la leche y la pretensión gubernamental de elevar el precio del gas de consumo doméstico.
Estas acciones marcan un punto importante en el desarrollo de la conciencia política de nuestro pueblo que pasa de la insatisfacción y el descontento a la protesta abierta y callejera. Como efecto de la intensa propaganda gubernamental y de la no menos acentuada política asistencialista, en importantes sectores de la población se ha producido una especie de amortiguamiento en su capacidad de respuesta a elementos de evidente contenido antipopular aplicados por el gobierno. Sin embargo, lo ocurrido en estos días hace ver que ello va en camino de ser superado.
Destaca el combate unificado del movimiento indígena. La Conaie, la Fenocin y la Feine (a más de las organizaciones del Frente Popular) enfrentaron unidas a la ley privatizadora, otorgándole fuerza al movimiento y alimentando la confianza en los manifestantes. Cierto es que los dirigentes de la Fenocin y de la Feine se vieron forzados por las bases a actuar de esa manera, pues, es demás conocida su vinculación con el gobierno, por lo que no sería raro que aprovechen de esa circunstancia para presionarlo y continuar obteniendo algunas prebendas. Tanto es así que la desbocada respuesta de Correa a la lucha indígena se centró exclusivamente en contra de los dirigentes de la Conaie y del MPD.
Así mismo debe resaltarse que al calor de estas acciones –sea en sus preparativos o en el desarrollo mismo de la lucha- la unidad popular fue tomando fuerza y forma con la realización en varias provincias de las asambleas plurinacionales que trabajan por elaborar una propuesta programática a mediano plazo y definieron actividades específicas para el momento. El valor político y estratégico de estas asambleas es grande debido a que en los últimos años, por posiciones exclusivistas de algunos dirigentes de la Conaie, la posibilidad de crear un polo unificado con el Frente Popular y otras organizaciones fue torpedeado, a pesar de los permanente llamados del FP para unir fuerzas.
Por el lado del movimiento estudiantil secundario dirigido por la FESE debe destacarse la combatividad de su lucha y la valentía para enfrentar una represión que combinó a las fuerzas policiales y el trabajo de las autoridades educativas (nacionales y provinciales) por sancionar y amedrentar a quienes participaron en las protestas. En Quito un estudiante del colegio Mejía perdió su ojo por efecto de una bomba lacrimógena, dos estudiantes más fueron heridos en sus ojos con similares artefactos y más de 220 estudiantes fueron detenidos en todo el país. Y para Ripley, el Ministro de Gobierno, Gustavo Jalkh, pretende reeditar el libreto del caso Bosco Wisuma. Según Jalkh, no hay indicios de que Xavier Gallardo haya perdido el ojo por efecto de una bomba lacrimógena. Entonces ¿es responsabilidad de sus compañeros? Y como el cinismo ronda por Carondelet y sus alrededores, el Vicepresidente Lenin Moreno también tuvo la desfachatez de proclamar que el gobierno no ha reprimido a los indígenas. ¿Ellos también, solos, se fueron a encerrar en los patrulleros y en las cárceles?
Gobierno derrotado
La lucha del movimiento indígena ha sido victoriosa, el gobierno no pudo aprobar la Ley en los términos que esperaba y por ello, para frenar un movimiento que iba en alzada, salió con la maniobra de la consulta previa, aplazando en varios meses su aprobación definitiva. Esta medida adoptada por Fernando Cordero tiene dos aristas: como ya dijimos, buscó frenar la lucha popular en oposición a la ley; y, pretende encontrar un mecanismo con el que más tarde impongan la ley que Correa quiere.
En estos días Cordero y Correa demostraron que no solo comparten una camisa del mismo color sino también una actitud prepotente. El primero impuso su voluntad en la Asamblea luego de que ésta rechazó su propuesta de suspender indefinidamente la votación en segundo debate de la ley de aguas y someter al documento a una consulta prelegislativa; Correa, por su parte, tras minimizar la protesta popular y llamar a un levantamiento popular en contra de los indígenas, dijo que nunca apoyará ese Consejo Plurinacional y que pierden el tiempo con movilizaciones, pues, la puede vetar totalmente.
Vamos a ver quién sale victorioso: la fuerza de las masas o la prepotencia encarnada en Cordero y Correa.