Bangkok, 15 may (PL) La crisis política tailandesa degeneró en un pandemonio que solamente hoy ha dejado 16 muertos y unos 160 heridos, aunque la situación amenaza con terminar en un baño de sangre.
El hospital Erewan confirmó las nuevas muertes dejadas por enfrentamientos entre fuerzas de seguridad del gobierno y los Camisas Rojas, grupo opositor acantonado en el corazón comercial de Bangkok.
Los militares reprimen con balas de goma y reales a los Rojos, que responden con piedras y cohetes artesanales, atrincherados tras muros de neumáticos incendiados y estacas afiladas.
Densas columnas de humo acentúan el aspecto infernal del otrora conocido como Reino de las Sonrisas, paralizado hace dos meses por protestas antigubernamentales.
Ya el Ejército inició el bloqueo del distrito Ratchaprasong, que ocupan hace varias semanas miles de manifestantes, la mayoría gente humilde y campesinos, y entre ellos numerosas mujeres y niños.
Este sábado amaneció con peleas entre los militares y personas que llevaban comida a los Rojos, aislados sin agua ni electricidad, aunque firmes en sus reivindicaciones.
El general disidente Khattiya Sawasdipol sigue estable en su gravedad, tras ser baleado en la cabeza por un francotirador, mientras el Ejército niega su implicación en el crimen.
El coronel Sansern Kaewkamnerd, vocero del Ejército, achaca a terroristas infiltrados el intento de asesinar al también conocido como Seh Daeng, que asesoraba militarmente a los Camisas Rojas.
Sansern agregó que "las tropas tienen el derecho a defenderse", aunque dijo que los soldados disparan a las piernas de sus agresores, para evitar nuevas muertes.
Pero la violencia reina en Bangkok, donde se ven militares con rifles de asalto M16, opositores linchando a soldados, gente aterrorizada y ciertos propagandistas que se han esfumado de súbito.
Las protestas comenzaron en marzo, cuando los Rojos, seguidores del depuesto Thaksin Shinawatra, reclamaron la renuncia del primer ministro, Abhisit Vejjajiva, y la disolución del Parlamento.
Con la capital paralizada y pérdidas económicas millonarias, el acosado Abhisit propuso la llamada Hoja de Ruta a la reconciliación nacional, con elecciones anticipadas el 14 de noviembre.
Sin embargo, los líderes opositores desconfiaron de la oferta y exigieron el arresto del viceprimer ministro Suthep Thaugsuban, a quien acusaron de ordenar la refriega que dejó 25 muertos y 800 heridos el pasado 10 de abril.
El gobierno revocó entonces su propuesta de elecciones y ordenó el desalojo de Ratchaprasong, aislándolo y cortándole el suministro de agua, comida y electricidad, sin descartar el uso de la fuerza.
La intransigencia de ambos bandos dirige el conflicto hacia un baño de sangre, cuyas principales víctimas serán los pobres infelices usados como carne de cañón por incendiarios líderes a buen recaudo.
El hospital Erewan confirmó las nuevas muertes dejadas por enfrentamientos entre fuerzas de seguridad del gobierno y los Camisas Rojas, grupo opositor acantonado en el corazón comercial de Bangkok.
Los militares reprimen con balas de goma y reales a los Rojos, que responden con piedras y cohetes artesanales, atrincherados tras muros de neumáticos incendiados y estacas afiladas.
Densas columnas de humo acentúan el aspecto infernal del otrora conocido como Reino de las Sonrisas, paralizado hace dos meses por protestas antigubernamentales.
Ya el Ejército inició el bloqueo del distrito Ratchaprasong, que ocupan hace varias semanas miles de manifestantes, la mayoría gente humilde y campesinos, y entre ellos numerosas mujeres y niños.
Este sábado amaneció con peleas entre los militares y personas que llevaban comida a los Rojos, aislados sin agua ni electricidad, aunque firmes en sus reivindicaciones.
El general disidente Khattiya Sawasdipol sigue estable en su gravedad, tras ser baleado en la cabeza por un francotirador, mientras el Ejército niega su implicación en el crimen.
El coronel Sansern Kaewkamnerd, vocero del Ejército, achaca a terroristas infiltrados el intento de asesinar al también conocido como Seh Daeng, que asesoraba militarmente a los Camisas Rojas.
Sansern agregó que "las tropas tienen el derecho a defenderse", aunque dijo que los soldados disparan a las piernas de sus agresores, para evitar nuevas muertes.
Pero la violencia reina en Bangkok, donde se ven militares con rifles de asalto M16, opositores linchando a soldados, gente aterrorizada y ciertos propagandistas que se han esfumado de súbito.
Las protestas comenzaron en marzo, cuando los Rojos, seguidores del depuesto Thaksin Shinawatra, reclamaron la renuncia del primer ministro, Abhisit Vejjajiva, y la disolución del Parlamento.
Con la capital paralizada y pérdidas económicas millonarias, el acosado Abhisit propuso la llamada Hoja de Ruta a la reconciliación nacional, con elecciones anticipadas el 14 de noviembre.
Sin embargo, los líderes opositores desconfiaron de la oferta y exigieron el arresto del viceprimer ministro Suthep Thaugsuban, a quien acusaron de ordenar la refriega que dejó 25 muertos y 800 heridos el pasado 10 de abril.
El gobierno revocó entonces su propuesta de elecciones y ordenó el desalojo de Ratchaprasong, aislándolo y cortándole el suministro de agua, comida y electricidad, sin descartar el uso de la fuerza.
La intransigencia de ambos bandos dirige el conflicto hacia un baño de sangre, cuyas principales víctimas serán los pobres infelices usados como carne de cañón por incendiarios líderes a buen recaudo.